«La grandeza nace de pequeños comienzos»
Bienvenido a La Hermandad, la newsletter de Fitness Real.
Una newsletter dedicada exclusivamente a ayudarte a alcanzar la persona que sabes que puedes llegar a ser.
Espero que la disfrutes, que aprendas y que luego lo pongas en práctica.
Y gracias de corazón por estar ahí una semana más.
¡Empezamos!
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Ayer estaba hablando de la autoestima con uno de mis clientes de mentorías y estuvimos reflexionando sobre un tema extraordinariamente importante para mejorarla.
De hecho, es tan importante que he decidido compartirla contigo para que puedas aplicarlo a tu día a día.
Prepárate para un mindfuck de manual.
Vamos a ello.
Primero de todo, hay que dejar claro que la autoestima no es (o no debería ser) un fin en sí mismo, sino una consecuencia.
Hoy en día el individualismo está a la orden del día, y muchas personas buscan como objetivo principal en su vida quererse por encima de todo, y creo que la postura más responsable respecto a este tema es ver la autoestima como la consecuencia de seguir una vida “virtuosa” y de llevar a cabo determinadas acciones.
La autoestima también tiene requisitos previos.
Principalmente dos: confiar en uno mismo y respetarse.
Porque no puedes querer bien a alguien a quien no respetas.
Y eso te incluye a ti mismo.
Tampoco puedes querer bien a alguien en quien no confías.
Y eso también te incluye a ti mismo.
Lo bueno de todo esto es que el respeto y la confianza son cosas que se ganan. Puedes hacer (y dejar de hacer) ciertas cosas que lleven indefectiblemente a un aumento del respeto y la confianza que sientes por ti mismo, y eso a su vez hará que estés mucho más cerca de tener una buena autoestima.
Centrémonos en la confianza.
Puedes, por ejemplo, tomar la decisión de respetar tu palabra. Es decir, que cuando dices que vas a hacer algo no haya ni el más mínimo resquicio de duda en tu mente de que lo vas a hacer.
Y cuando dices que no vas a hacer algo, sabes que no lo harás bajo ninguna circunstancia. Esto es una cualidad muy rara y que te imbuye de una gran confianza, porque sabes que puedes fiarte de lo que dices y haces.
Pero hay otra habilidad muy importante y que se suele pasar por alto a la hora de mejorar la confianza en uno mismo, y es entender que tu «yo» del futuro es la misma persona que tu «yo» del presente, y que la vida del primero depende en gran parte de lo que hace el segundo.
¿Te parece una chorrada? Pues te sorprendería la cantidad de personas que no hacen esa conexión.
Muchos piensan en su «yo» del futuro como si fuera alguien diferente a quienes son en el presente. Tal vez no lo piensan de forma consciente, pero desde luego que actúan como si fueran dos personas completamente distintas.
A la hora de tomar decisiones importantes que beneficiarán a ese «yo» del futuro se dejan llevar siempre por la gratificación a corto plazo que experimenta el «yo» del presente, y no piensan en los efectos a largo plazo de las decisiones, acciones y hábitos que realizan a día de hoy.
Porque la mayoría de cosas que suponen una verdadera mejora en la vida suelen generar un poco de resistencia e incomodidad. O, en algunos casos, mucha.
Estas cosas suelen disfrazarse de sufrimiento a corto plazo, pero suelen reportar grandes beneficios a largo plazo. Sin embargo, la mayoría de las personas quieren placer y comodidad a corto plazo, pero ese camino suele llevar a grandes sufrimientos a largo plazo.
Leer cuesta más que mirar el móvil.
Comer comida de calidad cuesta más que comer ultraprocesados.
Levantarse temprano cuesta más que trasnochar.
Entrenar cuesta más que estar espatarrado en el sofá.
Estudiar cuesta más que jugar a videojuegos.
Conocer a alguien que te atrae cuesta más que masturbarse.
Trabajar en un proyecto cuesta más que mirar un vídeo de desarrollo personal o de motivación.
Y no solo es que cueste más, si no que además no suelen tener efectos inmediatos en nosotros. De hecho, sus beneficios suelen tardar bastante en notarse.
Por ejemplo, si vas a entrenar un día no vas a ver un carajo, y probablemente lo único que notarás a corto plazo es cansancio y agujetas. En cambio, quedarse en el sofá viendo Netflix tiene beneficios inmediatos, por lo que eso es lo que suele ganar siempre dentro de nuestra cabeza.
Pero eso es porque no pensamos más allá.
Porque no conceptualizamos nuestro futuro «yo» como nosotros mismos.
A cierto nivel sabemos que lo que hacemos no tendrá buenas consecuencias para nosotros, pero quien deberá lidiar con esas consecuencias en realidad es nuestro «yo» futuro, por lo tanto ya se encargará él cuando toque. No es nuestro problema. Es el suyo.
Tú ahora estás distraído mirando Tik Tok
O estás gozando de una pizza y un refresco.
O estás mirando la tele a las 2 de la madrugada.
O te estás poniendo ciego como si no hubiera un mañana.
O estás bien a gustito en el sofá.
O estás eufórico jugando al Call of Duty.
O estás en una sesión de onanismo de hora y media.
O crees que has hecho algo productivo simplemente por consumir contenido.
Pero tras esa comodidad cortoplacista está tu «yo» futuro, y gracias a tus decisiones y acciones es mucho más inculto, más enfermo, más irascible por la falta de descanso, más débil, más insatisfecho, más solo y más atascado en una vida sin sentido e irrelevante.
La realidad es que tarde o temprano ese futuro que parece tan lejano se volverá el ahora. Esa versión tuya que parecía tan distante será tu presente. Y cuando llegue el momento serás tú el que tendrás que apechugar con las consecuencias de lo que hiciste en el pasado.
Y lo peor de todo es que de repente entenderás que el responsable de eso eres tú. Por mucho que lo intentes ocultar y culpar al mundo de tu desdicha, lo sabrás. Sabrás que estás recogiendo lo que has sembrado. Nada más y nada menos.
Entenderás que la persona que no se sacrificó por ti mismo…eres tú. Verás que quien te quitó el bienestar que podrías estar experimentando ahora fuiste tú. Tú fuiste quien prefirió esos pequeños placeres inmediatos y normalmente irrelevantes en vez de la gran recompensa en un futuro: una mejor versión de ti mismo.
En paz.
Fuerte.
Plena.
Feliz.
Con propósito.
Por el contrario, imagínate que hoy estás viviendo la vida que quieres.
O al menos sabes perfectamente lo que quieres, estás bien encarrilado y ves progreso a diario.
Tal vez sea tu caso mientras estás leyendo esto. Pues el hecho de que estés en esta situación se debe, en gran parte, a los sacrificios que tú mismo hiciste en el pasado. A las renuncias del placer cortoplacista que evitaste y a la disciplina que tuviste. Al cariño y respeto que te tuviste.
Imagínate la confianza que sientes cuando sabes que tú mismo eres alguien de quien te puedes fiar y que siempre cuidará de ti. Que te cubre las espaldas. Que vela y se esfuerza por tu progreso.
¿Cómo puedes no estar bien contigo?
¿Cómo puedes no estar orgulloso de ti?
¿Cómo puedes desconfiar de ti?
¿Cómo puedes no quererte?
A veces nos obsesionamos con el pasado porque sabemos sin lugar a dudas que fuimos nosotros quienes lo vivimos. Entendemos que nuestro «yo» del pasado es la misma persona que somos hoy. Y por eso nos bloqueamos en errores del pasado y no logramos pasar página.
Pero el pasado ya no se puede modificar.
No podemos hacer nada, más que aprender de él.
Dejemos de fustigarnos tanto con el mismo y centrémonos más en el presente y en el futuro.
Porque del mismo modo que tu pasado ha moldeado tu presente, tu presente hará lo mismo con tu futuro.
Y si no haces algo al respecto, dentro de un tiempo tu presente pasará a ser un pasado que engrosará la cantidad de remordimiento que cargas a tus espaldas.
Recuerda que la persona que serás dentro de 5 años depende en gran parte de la comida que comes hoy, los libros que lees hoy, el entrenamiento que haces hoy, las personas con las que te rodeas hoy y los hábitos que implementas hoy.
Empieza a actuar en consecuencia.
La semana pasada os pregunté: «¿En qué momento de tu vida has sufrido excesivamente en tu imaginación y luego, al llegar el momento en la vida real, no ha sido para tanto?»
Luis comenta: «Me certifiqué como entrenador personal, pero tardé dos años en dejar mi trabajo de oficina para dedicarme al entrenamiento. Pensaba que me iba a quedar sin dinero, que mi padres me iban a dejar de hablar y que a nadie le iba a gustar mi forma de entrenar. Han habido momentos duros, pero para nada se acercan a lo que pensé que podía pasar».
Damián dice: «La vez que más he sufrido en mi imaginación fue con la separación de mis padres a los 13 años. Realmente fue duro para toda la familia salir adelante, pero no fue nuestro final. De hecho, con sus más y con sus menos, siempre mantuvimos la relación».
Adriana explica: «Cuando perdí un trabajo. Tuve una baja larga por una lesión en un dedo y me dijeron que al finalizar el contrato no me iban a renovar. Hacía medio año que había firmado una hipoteca y me veía sin trabajo y sin ser capaz de asumir todos los gastos. Se me vino el mundo encima. Cuando estaba tramitando el paro, me llamaron para una entrevista de trabajo. Me cogieron. Sólo ‘disfruté’ 2 días de paro. Después de 12 años sigo ahí, desempeñando un trabajo que me gusta más que el que hacía antes, con mejor horario y mejor salario».
Me ha encantado leer vuestras respuestas, y tengo muchísimas ganas de ver qué escribís en el ejercicio de esta semana. La duda que os planteo son las siguientes:
1) ¿Qué sacrificio le tienes que agradecer a tu «yo» del pasado gracias al cual tu «yo» del presente está viviendo una mejor vida?
2) ¿Qué esfuerzos estás haciendo a día de hoy para que tu «yo» futuro pueda tener una vida plena que merezca y que disfrute?
Vamos, que de aquí puede salir oro 😉
Podéis mandar vuestras respuestas respondiendo a este correo.
Las leo todas.
PREGUNTA:
Víctor ¿Cómo tratarías el círculo vicioso de las adicciones? Recaída, culpa, arrepentimiento…No logro salir.
RESPUESTA:
Es una situación que sé por experiencia que genera
ENCUENTRA TU RAZÓN.
Muchas veces intentamos dejar de hacer algo sin tener clara la razón que nos espolea a ello. Y ahí ya partimos con una gran desventaja. Decía Nietzsche que «la persona que tiene un «para qué» puede con cualquier «cómo»». Y estoy 100% de acuerdo.
Por ejemplo, si quieres dejar de fumar y no tienes claro por qué, es fácil que a la que aparezca un poco de resistencia vuelvas a caer en el hábito. Tal vez sabes que vas a tener problemas de salud y eso te motiva a ello, o tal vez ni siquiera eso te hace reaccionar.
A lo mejor si entiendes que fumar hará que con toda probabilidad estés menos tiempo disfrutando de tus hijos o nietos y que tu tiempo con ellos sea de peor calidad…esa puede la razón que necesitas para reaccionar y comprometerte de una vez.
En cualquier caso, debes tener una razón.
CAMBIA TU IDENTIDAD
Este punto es mucho más fácil de decir que hacer. Lo sé perfectamente. Pero realizar un cambio profundo en tu autoconcepto es una de las herramientas más poderosas que existen para alterar de forma permanente las conductas que realizamos.
Este proceso lo que permite es que nuestras acciones sean consecuentes con la idea que tenemos de nosotros mismos. Y eso, a su vez, hace que la fricción a la hora de realizar esas acciones sea mucho menor.
Por ejemplo, el objetivo no es verte como un fumador que está intentando dejarlo. Es verte como un fumador, que no fuma porque no fumar es consecuente con la idea que tienes de ti. El objetivo no es ser una persona sedentaria que intenta hacer ejercicio, sino verte como una persona activa que hace deporte.
El proceso de cambio de identidad no es fácil.
Es un proceso que requiere de mucha autoconsciencia y deconstrucción.
Y requiere de mucho trabajo.
Lo bueno es que he escrito un libro que se basa precisamente en esto.
Se llama «Atrévete a ser más» y lo puedes conseguir aquí.
TEN COMPASIÓN
Intentar cambiar utilizando como motor de dicho cambio la vergüenza y la culpa es como pretender educar a base de violencia e intimidación. Puedes lograr un cambio aparente, pero será por las razones equivocadas, no tendrá el calado suficiente y habrá una cantidad inmensa de efectos secundarios que afectarán y condicionarán toda nuestra vida.
De hecho, voy a ser más específico, porque puedes sentirte culpable e intentar hacer algo constructivo al respecto, ya que es un sentimiento que se centra en la acción. La vergüenza, por contra, es probablemente la emoción más autodestructiva.
La culpa dice «he hecho algo mal».
La vergüenza te susurra al oído «eres una mierda de persona» y «no eres merecedor de amor, cariño, empatía, consuelo y perdón».
La vergüenza es la ciénaga del alma.
Cambiar tus hábitos es un proceso de amor hacia ti mismo. Y si te quieres, debes tratarte bien. Debes entender que todos cometemos errores, fallamos, tropezamos con la misma piedra y no aprendemos a la primera. Y no pasa nada.
Esto no va de no tropezar.
Va de levantarse cada vez que nos caemos sin perder el entusiasmo de volver a intentarlo y hacer todo lo posible por aprender de los errores.
BUSCA CONEXIONES
El escritor Johann Hari tiene una teoría muy interesante acerca de la adicción. Dice que el ser humano es un ser social, y como tal necesita conexiones para vivir. Esas conexiones intentan crear una vida satisfactoria, y si tenemos conexiones con cosas que nos aportan (familia, amigos, trabajo, comunidad, hobbies…) es probable que lo logremos.
Sin embargo, muchas adicciones existen simplemente porque nos faltan conexiones de calidad con otras cosas, y necesitamos evadirnos del dolor y la angustia creando conexiones que en vez de darnos propósito y significado nos dan placer instantáneo, alivio y entumecimiento mental y emocional.
Por lo tanto, intentar romper el ciclo de la adicción suele pasar por crear conexiones más significativas en tu vida con cosas que realmente te llenen y te aporten.
Una de esas conexiones mucho más profundas es con una historia que sea mucho más elevada que la que estás viviendo a día de hoy (es algo que trataré en detalle en una próxima newsletter porque es un concepto super interesante).
PIDE AYUDA
Como siempre, esto son consejos. Si notas que no puedes tú solo, pide ayuda. No hay ninguna vergüenza en ello. Pedir ayuda es negarse a rendirse, por lo que es un acto de mucho valor.
Espero que te haya servido.
Mucha fuerza.
En la duda de la semana he hablado de Johann Hari y de su teoría sobre la adicción, y de que una de las mejores estrategias que tenemos para combatirla no es machacando a las personas que sufren de la misma, si no haciendo un esfuerzo para mejorar el entorno de las mismas.
Si os interesa este tema os recomiendo que le echéis un vistazo a esta charla, porque vale MUCHO la pena.