«La grandeza nace de pequeños comienzos»
Bienvenido a La Hermandad, la newsletter de Fitness Real.
Una newsletter dedicada exclusivamente a ayudarte a alcanzar la persona que sabes que puedes llegar a ser.
Espero que la disfrutes, que aprendas y que luego lo pongas en práctica.
Y gracias de corazón por estar ahí una semana más.
¡Empezamos!
AVISO IMPORTANTE
Antes de empezar la newsletter, quiero comentaros que queda muy poco para poder explicaros de qué va mi próximo proyecto.
Este septiembre hará 3 años que mando esta newsletter de forma semanal, y poco a poco se ha convertido en una de las partes más me gustan y más aprecio de mi trabajo.
Ya hace tiempo que quiero llevar esta idea de comunidad al siguiente nivel, porque soy consciente del bien que hace y el potencial que tiene para ayudar de verdad a las personas.
Y creo que, con lo que os presentaré dentro de poco, lo he logrado. Con creces.
Todo mi trabajo, en el fondo, siempre se basa en crear cosas basadas en mi conocimiento y experiencia y, sobre todo, que me hubiera gustado tener cuando empecé pero que no existían en ese momento.
- Fitness Real es la página web que a mí me habría gustado encontrar cuando empecé en el gym.
- «Conquista tu físico» es el libro que me habría gustado leer para llevar mi físico al siguiente nivel.
- «Atrévete a ser más» es el libro de desarrollo personal que querría haber descubierto cuando empecé en el mundo del crecimiento personal.
- La Hermandad es la newsletter a la que me gustaría estar suscrito.
Y el próximo proyecto es el sitio al que me habría gustado pertenecer cuando me empecé a centrar en construir mi mejor versión.
Meses de trabajo en breve verán la luz.
Y tengo muchísimas ganas de veros a todos ahí, porque es el proyecto más grande y completo que he creado hasta la fecha.
Solo queda una semana más 😉
¿Has escuchado alguna vez la frase «no culpes al Karma de lo que te pasa por gilipollas?
Es, sin lugar a dudas, una de mis frases favoritas.
Creo bastante en la idea del Karma, sinceramente. No de una manera demasiado espiritual, porque en el budismo se cree que las acciones de esta vida tendrán consecuencias en las siguientes reencarnaciones (y yo no creo en la reencarnación, y más adelante en la newsletter hablo de esto), pero de una manera práctica.
Es decir: lo que dices, piensas y haces tiene consecuencias.
Si hablas, piensas y actúas negativamente, recibirás negatividad.
Si hablas, piensas y actúas positivamente, recibirás positividad a cambio.
Obviamente hablo de forma general.
A la gente buena le ocurren cosas malas e injustas, y hay gente mala que no recibe lo que merece. Pero en general tus acciones, pensamientos y palabras influyen mucho en el tipo de vida que tienes.
Creo que eso no debería sorprender a nadie, pero por desgracia mucha gente se sigue quejando cuando no le gusta cuando cosecha lo que siembra. Busca enemigos invisibles, culpables oportunos y tira de una supuesta injusticia divina para no aceptar que lo que recibe probablemente se lo ha ganado a pulso.
Leí una frase que me encantó, y decía así:
«No juzgues los días por los frutos que has recogido, si no por las semillas que has sembrado».
Normalmente hablo de la parte negativa de la ecuación, pero hoy me voy a centrar en la positiva. En potenciar al máximo la posibilidad de recibir bondad. Y esto se logra dando mucha bondad. Y, lo más importante de todo, sin esperar nada a cambio. Ahí es donde mucha gente se equivoca.
Si das, recibirás. No te quepa la menor duda.
Pero si das únicamente esperando recibir, eres un interesado. No estás dando, estás mercadeando. Estás pensando en ti en el fondo, y la gente se da cuenta de eso. De ahí que ser genuinamente generoso sea tan importante. Y tan raro.
Si tuviera que enumerar la cantidad de amistades, oportunidades y proyectos que he logrado en mi vida por haber dado previamente sin esperar nada a cambio…no acabaríamos.
De hecho, toda mi trayectoria profesional se ha basado exactamente en ese principio. Y todo lo que he logrado ha sido una consecuencia del mismo.
Pero hoy no quiero hablar de mí, y en su lugar me gustaría explicaros una historia de Greg Plitt para que entendáis la trascendencia que puede tener la generosidad en vuestra vida.
Ya sabéis que siento una profunda admiración por Greg, y cuanto más sé de él, más respeto le tengo.
Greg ya empezaba a hacerse un nombre en la industria del fitness, pero todavía estaba muy lejos de ser la persona que llegó a ser. En un casting conoció a un chico con el que entablaron una amistad y le dijo que era un diseñador que estaba a punto de lanzar su propia línea de tejanos.
Le pidió a Greg si podría ser el modelo para su primera campaña de publicidad, pero le comentó que no tenía un presupuesto muy alto ya que se tenía que gastar prácticamente todo el dinero que tenía en publicidad, por lo que que apenas le podría pagar nada.
El agente de Greg le dijo que no aceptara, pero él decidió echarle una mano a su colega y lo hizo sin cobrar absolutamente nada.
Al cabo de unas semanas, esas fotos estaban por decenas de marquesinas publicitarias de Nueva York. Poco sabía Greg que una de las personas que vería esos anuncios sería Thierry Mugler, un diseñador y perfumista que llevaba semanas intentando encontrar un modelo para su nueva fragancia Ice Man y Angel Man, pero no le convencía nadie.
Cuando vio la foto de Gregg dijo: «Es él».
Y efectivamente, fue él.
Ese acto de generosidad y bondad que tuvo Greg con su amigo le proporcionó más adelante un contrato con Thierry Mugler de 250.000 dólares y cambió su vida para siempre.
No estoy diciendo que se deba trabajar de gratis.
Espero que no hayas entendido eso.
Lo que sí estoy diciendo es que la generosidad y la bondad tienen la capacidad de cambiarte la vida, a veces en maneras que no puedes comprender ni predecir en el momento.
A nadie le ha empeorado la vida por dar un poco más esperando un poco menos a cambio. A nadie.
Intenta hacer todo lo posible para dejar el mundo un poco mejor de lo que lo has encontrado.
Aporta tu granito de arena.
No te quedes con nada.
Sé un agente del bien.
Porque para mucha gente ese granito puede representar toda una montaña a la que subirse y, desde ahí, observar un horizonte que no podían comprender ni imaginar desde el sitio en el que estaban.
Nunca subestimes lo mucho que puedes cambiar la vida de la gente que te rodea.
Y todo empieza por un poco de bondad.
Con un poco de generosidad.
Con un poco de entrega.
La pregunta que os planteo esta semana es la siguiente:
¿Qué cosas malas han llegado a tu vida porque te las has ganado a pulso?
¿Y qué cosas buenas han llegado a tu vida también porque te las has ganado a pulso?
Preguntas importantes, sin lugar a dudas.
Dedicadle un rato esta semana a responderlas, porque os aseguro que os servirá muchísimo.
Y ya sabéis que si queréis compartir vuestras reflexiones con el resto de «La Hermandad», podéis mandármelas respondiendo a este correo.
Las leo todas.
Como siempre.
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La semana pasada os hice las siguientes preguntas: ¿Has estado persiguiendo algo que en realidad no querías? ¿Simplemente porque desde fuera te habían hecho creer que era lo que debías querer? ¿Qué fue? ¿Qué hiciste cuando te diste cuenta?
Y vuestras respuestas han sido increíbles.
Gracias a todos por participar.
Marcos comenta:
«Sinceramente todas las cosas materiales, dan un satisfacción tremendamente efímera y superficial, en mi caso ni la casa en propiedad ni el mercedes de mis sueños ni ninguna cosa de ese estilo me hizo sentir mejor.
Después de una profundo diálogo conmigo mismo decidí que a partir de ese momento iba a invertir el dinero en cuidarme a mí mismo tanto interna como externamente, en experiencias de todo tipo y en mi seres queridos. El cambio en mi bienestar ha sido drástico.»
Juan explica:
«Estuve mucho tiempo convenciéndome de que tenia que ser arquitecto, en parte por presión familiar. Un día, tras 5 años trabajando de arquitecto estaba en mi escritorio (con un ambiente laboral pésimo y viajando 3 a 4 horas diarias de trayecto) y me di cuenta que no quería eso para siempre.
Actualmente he estudiado una carrera de nutrición y estoy comenzando a ser entrenador online, doy consultas nutricionales y me llena mucho el poder ayudar a las personas. Gracias por tus palabras Víctor, te admiro mucho».
Marina dice:
«Estar con pareja. Durante 4 años estuve con una persona con la que en el fondo sabía que no tenía que estar, pero seguía en esa relación porque era lo que creía que tenía que hacer. Y por no causar molestias o quedarme sola. Llegué a casarme e incluso nos planteamos tener hijos porque era el siguiente paso lógico.
Al final pude dejar esa relación y es de las mejores decisiones que he tomado. No quiero imaginarme como estaría de haber seguido ahí metida. Siento no haber sido valiente como para no haberme dejado llevar por las circunstancias, y es algo que no repetiré. Sigo queriendo una familia, pero solo lo haré con la persona con la que de verdad quiera estar».
Muchísimas gracias a todos una semana más.
Con ganas de leer vuestras reflexiones de esta semana 😉
Había una vez un inversor de viaje por la costa mediterránea.
Salió de su hotel a dar una vuelta por el pueblo en el que se encontraba y, al llegar al puerto, vio que un pescador atracaba su pequeño bote en el muelle, donde había un cesto lleno de peces. El inversor se acercó a él, lo felicitó por sus capturas y tuvieron la siguiente conversación:
—¿Cuánto tiempo has tardado en conseguir todos esos peces?
—Alrededor de un par de horas.
—Pues eres muy habilidoso si en tan poco tiempo has podido pescar tantos. ¿A qué dedicas el resto del día?
—Pues, mira, me levanto por la mañana, desayuno con mi mujer y mis hijos y luego los acompaño al colegio. Después voy dando un paseo con tranquilidad hasta el puerto y pesco durante un par de horas, vuelvo a casa a preparar la comida, me echo una siesta con mi mujer, voy a buscar a mis hijos al colegio, juego con ellos por la tarde y algunas noches voy con mis amigos al bar a tocar la guitarra.
—¿Y no has pensado en dedicarle más horas a la pesca?
—¿Para qué? Con dos horas pesco lo suficiente para dar de comer a mi familia.
—Pues porque si le dedicas más tiempo podrás ganar mucho más dinero. Mira, yo tengo un máster en Administración de Empresas y puedo ayudarte a crear un negocio muy rentable. Lo primero que tienes que hacer es pasar más horas pescando, vender el pescado sobrante, ahorrar dinero e invertirlo en un barco más grande y con un sistema de pesca más efectivo. Repitiendo el proceso, en unos años podrás acabar comprando varios barcos y tener una pequeña flota.
—¿Y para qué querría eso?
—Pues para crear una empresa de la que seas el jefe. Obviamente tendrías que dejar este pueblo y mudarte a una gran ciudad, ya que ahí están todos los contactos y posibilidades de negocio, pero los beneficios serían escandalosos.
—¿Y para qué querría hacer eso?
—Para, llegado el momento, sacar la empresa a bolsa y venderla, llevándote una millonada en el proceso
—¿Y para qué quiero tantos millones?
—Para tener todo el tiempo del mundo y no sufrir por nada. Entonces podrías mudarte a un tranquilo pueblo costero, levantarte con calma con tu familia, acompañar a tus hijos al colegio, ir a pescar un par de horas, comer con tu mujer, dormir la siesta, jugar con tus hijos por la tarde y tocar la guitarra por la noche.
Mark Manson es una persona a la que respeto muchísimo.
Su libro «El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda» fue una obra que me sacudió hasta los mismísimos cimientos y que he releído varias veces en los últimos 3 años.
Su canal de youtube también es una joyita.
Hoy quiero compartir un vosotros uno de sus últimos vídeos: 40 verdades que sé a los 40 pero que me habría gustado saber a los 20.
No estoy de acuerdo con todas, pero la gran mayoría de lo que se comenta en el vídeo es para enmarcar.
Échadle un vistazo.
Y si no tenéis su libro, estáis tardando 😉
PREGUNTA:
Víctor ¿Qué crees que hay después de la muerte?
RESPUESTA:
Nada.
Creo que cuando morimos… se acaba todo.
Y más te vale haber aprovechado el tiempo que tenías disponible y haber vivido una buena vida.
Soy plenamente consciente de la sensación de desasosiego tan profunda que genera la muerte. Pero hoy vengo a ofrecerte una visión alternativa de la misma, que puede liberarnos y dotar nuestra existencia de un gran significado.
Al menos, eso hizo conmigo.
Recuerdo que hace muchos años fui al cine a ver la película Troya. Personalmente me parece muy entretenida, pero hay una escena que se quedó en mi mente desde aquél día.
Aquiles está hablando en su tienda con Briseida, una sacerdotisa del templo de Apolo que los Mirmidones (los soldados de Aquiles) han raptado en la primera incursión en tierras troyanas, y le dice lo siguiente:
”Te contaré un secreto. Algo que no se enseña en tu templo. Los dioses nos envidian. Nos envidian porque somos mortales. Porque cada instante nuestro podría ser el último. Todo es más hermoso porque hay un final”.
Cuando escuché esas palabras, hace ya 20 años, algo en mi interior hizo un click importante.
Si no existe un final, todo pierde el sentido.
Parece contraintuitivo, pero así es.
Lo creo con una convicción inmensa.
Buscar un refugio existencial en el más allá o en un supuesto cielo/paraíso es un mecanismo de defensa lógico, pero creo que poca gente es plenamente consciente de lo que implica el concepto de eternidad.
Si existe la eternidad, todo lo que puede pasar…pasará. Y pasará una infinidad de veces. Y, de ser el caso, eso hace que lo que está ocurriendo ahora sea completamente intrascendente. Si me das a elegir, eso me parece mucho más aterrador.
La gente cree que quiere vivir para siempre. Piensa en el más allá y en la eternidad que les espera tras el trámite de la vida, pero en realidad no entiende lo que realmente significa PARA SIEMPRE.
Es una verdadera tortura si te paras a pensarlo con detenimiento.
Imagina tu plato favorito. Aquél que cada vez que lo comes hace que te derritas por dentro de placer. Y ahora cómelo durante una semana entera 5 veces al día. Y luego hazlo otra semana. Y otra. Y otra. Y cuando hayas acabado, súmale un año entero. Y luego una década. Y luego, cuando ya te quieras tirar por un balcón porque prefieres tragarte el pavimento que seguir comiendo lo mismo una vez más…añádele una eternidad de la cual no puedes escapar jamás porque vayas donde vayas siempre verás la misma eternidad mirándote de vuelta.
Dime si eso no te aterra mucho más que el hecho de que haya un final.
Porque a mí me acojona vivo.
La gente, cuando habla de la eternidad, en el fondo la utiliza como sinónimo de “quiero un poco más de tiempo”. Y eso no lo podemos controlar. Lo que sí podemos controlar es la calidad con la que vivimos el tiempo incierto y limitado en el que estamos en este mundo.
La muerte, en mi opinión, le da sentido a la vida.
Hace que cada día cuente.
Y que debas aprovecharlo como se merece, porque puede ser el último.
Cuando entiendes que todo esto es temporal, que todo lo que conoces, amas y te importa se separará de ti algún día, te ves obligado a elegir qué es importante para ti y por qué lo es.
A la sombra de tu propia muerte, todas las frivolidades desaparecen.
Tus posesiones materiales, tu supuesto éxito y logros externos, el hecho de que te pilles un puteo épico porque el de Amazon ha traído el paquete que estabas esperando justo cuando no estabas en casa…nada de eso realmente importa cuando piensas que tarde o temprano estarás pudriéndote en tu tumba durante mucho más tiempo del que estarás vivo.
Cuando la vida se ve a través del lente de la muerte, lo que importa se vuelve claro y cristalino: pasar más tiempo con las personas que quieres, ayudar a otros porque aceptas que todos hemos sido arrojados a este accidente cósmico juntos y debemos arrimar el hombro; o simplemente deleitarse en el milagro de que estar vivo siquiera.
Todo esto ocurre cuando hay un final.
Porque la muerte crea el sentimiento de urgencia.
Y crea una sensación de relevancia.
Aquél que se echa la culpa a sí mismo ha recorrido la mitad del camino.
Aquél que no culpa a nada ni a nadie, ha llegado a su destino».