«La grandeza nace de pequeños comienzos»
Bienvenido a La Hermandad, la newsletter de Fitness Real.
Una newsletter dedicada exclusivamente a ayudarte a alcanzar la persona que sabes que puedes llegar a ser.
Espero que la disfrutes, que aprendas y que luego lo pongas en práctica.
Y gracias de corazón por estar ahí una semana más.
¡Empezamos!
Una de las mejores cosas que me han ocurrido en los últimos dos años ha sido el reencuentro con una de mis antiguas pasiones. El manga y el anime.
Te pongo en contexto.
Yo soy del 86, y empecé a leer manga cuando tenía 13-14 años.
Créeme que por aquél entonces no era lo mismo que leer manga ahora.
Ni de coña.
Ahora todo el mundo lo lee y cada mes salen animes nuevos como churros, pero antes si leías manga eras raro. Eras el friki. El que iba a tiendas que olían a sobaco a comprar comics que nadie más leía, porque no estaban en ningún otro lado.
Dejé de leer manga porque llegó un punto en el que me parecían casi todos iguales y me acabé aburriendo. Sin embargo, a mitades de 2022 cayó en mis manos una serie que me cambió la vida: Berserk.
10/10. Legendaria. Apoteósica. Referente. Mastodóntica. Estegosáurica.
Leí la obra varias veces y entendí que eso era mucho, MUCHO más que un «tebeo» y que en sus páginas y personajes se escondían lecciones de vida extraordinariamente importantes que se podían aplicar a nuestro día a día.
Berserk, de hecho, me ayudó a sobrellevar y avanzar a través de una de las épocas más difíciles de mi vida.
Poco después decidí leer las que estaban consideradas, por casi todo el mundo, como las mejores obras del manga de la historia.
La siguiente que devoré fue Vagabond. Una historia basada en la vida del espadachín legendario Miyamoto Musashi. Increíble. Muy profunda, filosófica y llena de matices.
Después vino Vinland Saga. Otra obra maestra que he recomendado con anterioridad y que puedes ver su versión anime en Netflix. Recomendadísima.
Y la última que he visto, por insistencia de decenas de vosotros, es Ataque a los Titanes. Y de esta quiero hablar hoy, porque menuda pasada de obra. Está a la altura de todos los elogios que se le dan. Todos los que me la habéis recomendado a lo largo de los meses teníais razón. No me esperaba algo de esta magnitud y profundidad, la verdad.
Pero no quiero hablar de la serie en sí, si no de uno de los personajes.
De hecho, de mi personaje favorito.
Y, curiosamente, el favorito también del creador de la obra, Hajime Isayama.
Intentaré hacer los mínimos spoilers de la serie, pero a pesar de explicar algunas cosas os recomiendo que le echéis un vistazo a Ataque a los Titanes. Está en Netflix también.
El personaje que nos ocupa empieza siendo un cretino bastante antipático.
Poco a poco se convierte en un miembro del grupo, pero sin pena ni gloria. Ahí está. Tiene algunos momentos buenos, pero tampoco destaca excesivamente.
Y a mitad de la serie, como cocinándose a fuego lento, acaba siendo el personaje que más ocupa la pantalla (al menos para mi), el que más me inspira y con el que más me identifico.
Damas y caballeros, os presento a Jean Kirstein.
¿Quién es Jean y por qué me gusta tanto?
Por su evolución y su desarrollo, sin lugar a dudas.
Probablemente de los más infravalorados de toda la serie.
Jean es un personaje con un padre ausente y criado por una madre sobreprotectora que lo ha vuelto una persona cobarde y acomodada, pero intenta ocultarlo tras una fachada de superioridad y prepotencia, que le sirve para esconder su parte más vulnerable y frágil. De hecho, esta fachada la usa para canalizar el rencor que le tiene a su propia madre.
Su madre le ha evitado todos los obstáculos y sufrimiento, y lo ha mantenido en un estado de infancia perpetua. Pero en vez de asumir la responsabilidad de salir al mundo y convertirse en un hombre por él mismo, decide volcar toda su frustración en la persona que identifica como la causante de su situación.
Es decir, culpabilizar lo externo y no asumir la responsabilidad de su propia vida. Yo he pasado por eso y sé lo tóxico que es estar metido en esa vorágine.
Al principio de la serie lo presentan como una contraposición clara a Eren, el protagonista. Ambos se enfrentan constantemente y tienen una animosidad recurrente, ya que uno es el opuesto del otro. Mientras que Eren es un idealista, Jean es un materialista consumado.
El objetivo de Jean es poder acceder a la policía militar, lo que le asegura un puesto de seguridad muy lejos del peligro que suponen los titanes del mundo en el que se desarrolla la historia. Un mundo terrorífico, peligroso, cruel y violento.
Jean busca la comodidad. Taparse los ojos y las orejas, construirse un pequeño refugio y vivir una vida desconectado de la realidad que lo rodea.
A lo largo de la serie Jean se enfrenta con frecuencia a su lado más cobarde y patético, hasta que poco a poco se acaba convirtiendo en un verdadero líder que inspira con la acción y, sobre todo, con el ejemplo.
Porque un líder no es el que te grita lo que debes hacer, sino el que te muestra como hacerlo.
El que va delante.
El que llega el primero y se va el último.
¿Qué es lo importante de todo esto y la razón por la que esta newsletter puede servirte, a pesar de no haber visto Ataque a los Titanes? Pues porque Jean es pura inspiración para alcanzar una buena vida. Porque todo lo que hace Jean es una condición imprescindible para ello.
Jean es un ejemplo de humanidad. No es perfecto, ni valiente, ni heroico. No al menos al principio. Es alguien cobarde, engreído, asustado y que desea, por encima de todo, su propio beneficio a expensas de todo lo demás.
Pero a su vez, Jean no dispone del lujo de extraerse su propia consciencia. Sabe diferenciar lo que es correcto de lo que no lo es. Y se encuentra repetidamente en una bifuración: el camino fácil y el camino correcto.
Jean es un gran personaje porque siempre, SIEMPRE, elige el camino correcto.
Porque, a pesar de la tentación constante (y que nunca acaba por desaparecer), siempre se mantiene virtuoso.
Siempre es capaz de sobreponerse a su lado más débil.
Nunca hace la vista gorda e ignora los problemas que tiene delante.
Es inspirador ver como Jean, a pesar de estar invadido por el miedo, decide unirse al cuerpo de exploradores (el trabajo más peligroso que existe) y abandonar la idea de la vida tranquila dentro de los muros que podría haber tenido, simplemente porque sabía que era lo correcto.
Porque la (supuesta) paz que tendría dentro de los muros estaría teñida por el esfuerzo y el sacrificio de mucho de sus compañeros. Y su moral le impedía pagar ese precio, a pesar de que la tentación era casi arrolladora.
Es heroico ver como Jean se entrega a una causa más grande que él mismo y eso da significado a su propia existencia. Mucho más significado que vivir en una burbuja y estar siempre a salvo. Eso le ayuda a convertirse en un individuo completo y dejar atrás al niño rencoroso y cobarde que fue.
Como siempre digo, el propósito es la cura de muchos males que azotan a la mayoría de personas hoy en día.
De hecho, en el fondo Jean ni siquiera tiene la certeza de que estará a salvo tras los muros, por lo que finalmente decide salir por su propio pie a enfrentarse a lo desconocido, en vez de esconderse y que su destino le acabe dando caza como a un conejo asustado.
Eso es valentía, compañeros.
Eso es crecimiento.
Eso es dejar de ser un crío.
Pero la cosa no acaba aquí, porque a medida que pasa la serie Jean es un ejemplo claro de que muchos de los demonios con los que tenemos que lidiar para alcanzar la máxima expresión de nosotros mismos no suelen irse a ningún lado. Nos acompañarán siempre.
Simplemente están agazapados esperando un momento de debilidad por nuestra parte para sacar la cabeza e intentar convencernos de volver al sitio del que venimos.
Es decir, debemos lidiar con ellos de forma recurrente.
La mejora personal, entonces, es un trabajo que siempre está en marcha y nunca se acaba.
Es brillante ver como, tras años de servicio, sus miedos y demonios siguen presentes y a veces resurgen con una fuerza que cuesta de controlar. De hecho, en la última temporada, cuando todo parece irse a tomar por saco y la esperanza desaparece por completo, a Jean le dan la oportunidad de apartarse de la batalla y vivir la vida tranquila y segura que siempre ha querido.
Tras tanta muerte, pérdida, tristeza y devastación…Jean podría apartarse.
Podría aceptar la oferta y sucumbir a la tentación.
Una tentación demasiado golosa como para no caer en sus garras.
Pero no lo hace.
No puede ponerse una venda y dejar de ver la realidad del mundo.
Ni abandonar a sus amigos.
Y créeme, puedes ver como esa decisión es extraordinariamente difícil y lo mucho que está a punto de fallar.
En ese momento te planteas qué habrías hecho tú, y rezas por que hubieras tomado la misma decisión que Jean, porque es lo que hace un verdadero héroe.
Jean es un ejemplo de que nuestras decisiones y acciones son lo que nos acaba convirtiendo en personas dignas.
Podemos estar asustados, tener dudas, querer rendirnos y dejarnos llevar por la corriente. Pero la decisión de mantenernos fieles a nuestros principios y actuar honrándolos día tras día es lo que nos transforma en los héroes de nuestra propia historia.
Lo que sientes no es quién eres.
O no tienes por qué verte determinado por tus sentimientos.
Puedes sentir miedo, pero ser una persona valiente.
Puedes sentir ira, pero ser una persona templada.
Puedes sentir tristeza, pero ser una persona
Jean es eso.
Es la personificación de todas esas virtudes.
Y también un ejemplo de los fallos que tenemos todos.
Es un humano, pero uno extraordinario.
Y todos tenemos la capacidad de serlo.
¿Qué puedes sacar de todo esto?
¿Qué te puede enseñar Jean?
Que todos tenemos la capacidad de redención. Y de cambio.
Que podemos sobreponernos a la persona que somos y alcanzar la persona que sabemos que podemos llegar a ser, pero que todo empieza por una decisión.
Que la valentía no es la ausencia de miedo, es actuar a pesar de él.
Que el propósito es el único camino hacia la madurez completa.
Que el desarrollo personal es un trabajo constante, y que hay demonios que te acompañarán toda la vida.
Que una buena vida transcurre a través del sendero correcto, no a través del camino fácil.
Que un líder y un héroe no nace. Se hace.
Espero que este pequeño análisis te haya gustado.
Es algo que llevo tiempo queriendo hacer y que realizaré con frecuencia en el Círculo Interior, que empieza el 22 de septiembre. Hablaremos de Berserk, de Batman, de Vagabond, de Vinland Saga, del Señor de los Anillos, de Gladiator, del Club de la Lucha, de God of War, de Juego de Tronos…
Esto va a ser increíble 😉
Puedes apuntarte en este enlace.
La pregunta de la semana es la siguiente:
¿Qué personaje de ficción te inspira a ser mejor persona? ¿Por qué?
Cuéntame, porque es algo que me fascina y quiero conocer qué personajes os empujan a ser cada día un poco mejor que ayer.
Puedes mandarme tu respuesta respondiendo a este correo.
Los leo todos.
THE ART OF LETTING GO
DAMON ZAHARIADES
Me gusta bastante Damon Zahariades.
Sus libros son bastante sencillos, pero a veces no hace falta una obra revolucionaria para explicarte lo que necesitas escuchar y aplicar en tu vida. En este caso, Damon nos habla de cómo dejar ir todas aquellas cosas del pasado o del presente que nos hacen daño y no nos dejan avanzar en la vida.
El libro está estructurado en 3 partes:
1) La parte positiva de soltar lastre en la vida.
2) Las principales razones por las que no logramos dejar ir.
3) 21 estrategias para lograrlo, con ejercicios prácticos.
Lo dicho, no es un libro de un calado psicológico muy profundo, pero más que suficiente para ponerse manos a la obra, construir un mejor presente y un futuro más pleno.
Especialmente cuando recibo semanalmente muchísimas dudas sobre este tema, por lo que es algo con lo que la gente necesita ayuda.
El único problema del libro es que está en inglés y de momento no hay traducción disponible. Sin embargo, tiene un nivel muy asequible y no es una lectura compleja, por lo que si te defiendes con el idioma y te interesa el tema de aprender a soltar…yo me animaría a darle una oportunidad.
Shi Heng Yi es un maestro Shaolin, el actual director del templo Shaolin de Europa y un auténtico sabio. Llevo años siguiéndole la pista, escuchando sus charlas, y nunca defrauda.
En este vídeo se recopilan algunos de sus mejores aprendizajes.
Desapego, serenidad, autoconocimiento, aceptación, esfuerzo, gestión emocional…
Un gran vídeo sin lugar a dudas.
Os recomiendo que lo miréis con plena atención y toméis nota de lo que resuene más con cada uno de vosotros.
PREGUNTA:
Víctor, quiero mejorar la relación con mis hermanos. He estado poniendo de mi parte pero no parece algo recíproco y siento que, si no fueran mi familia, ya habría tomado otro camino. ¿Cómo lo ves tú?
RESPUESTA:
En líneas generales lo veo bastante parecido a como lo ves tú.
A día de hoy, siendo padre, tengo claro que hay dos tipos de familia. La que creas tú y la que te ha tocado al nacer. Y en esta segunda por desgracia a veces no existe compatibilidad ni la posibilidad de crear un vínculo como el que se supone que debería existir. O el que te gustaría tener.
Y a veces hay que hacer las paces con eso y seguir adelante.
Al final son las expectativas de como crees que deberían ser las cosas lo que te está lastrando en gran medida.
Obviamente creo que debe haber una voluntad mucho más fuerte de solucionar los conflictos o tender puentes con tu familia que con muchas otras personas de tu entorno. Es decir, es normal que pienses que si no fueran tu familia ya habrías pasado de ellos, pero es que lo son. Y creo que merecen un esfuerzo extra y no se pueden poner bajo el mismo rasero.
Pero no a cualquier precio.
No puedes forzar algo que la otra parte no quiere que exista.
Dos no se pelean si uno no quiere, pero dos no reconectan si uno tampoco quiere.
Por lo tanto, si ya lo has intentado lo suficiente como para que estés en paz con la situación, con tu actuación, con tu voluntad de mejorar la relación y que no te quedes con remordimientos o cargos de conciencia…simplemente acepta las cosas y sigue adelante.
Porque es lo único que puedes hacer.
De todas maneras, déjame comentarte una cosa. Con la familia…las cosas dan muchas vueltas. Y a veces la vida os vuelve a poner al lado y reaparecen esos vínculos que parecían enterrados hace mucho tiempo.
A mí me ha pasado, por lo que con la experiencia que tengo hoy te diría que sigas adelante, pero no rompas nada de forma que sea irreparable. Nunca sabes por donde te va a llevar la vida, y el vínculo con la familia es extraño y especial, aunque ahora no puedas verlo.
Espero haberte ayudado.