«La grandeza nace de pequeños comienzos»
Bienvenido a La Hermandad, la newsletter de Fitness Real.
Una newsletter dedicada exclusivamente a ayudarte a alcanzar la persona que sabes que puedes llegar a ser.
Espero que la disfrutes, que aprendas y que luego lo pongas en práctica.
Y gracias de corazón por estar ahí una semana más.
¡Empezamos!
Si me sigues desde hace un tiempo sabes de sobra que uno de los temas recurrentes sobre el que hablo son los supuestos «privilegios». Siempre que utilizo esta palabra en un post o en alguna historia se me acusa de negar que estos existan.
Y la cosa cada vez va a peor.
La gente cada vez está más fragilizada.
Más victimizada.
Y cada vez que hablo de este tema hay más gente reaccionando negativamente y de forma más agresiva. Eso, sin embargo, suele ser una interpretación errónea de mi mensaje. No niego que los privilegios existan. Claro que existen.
Pero lo que sí puedo asegurar (de forma rotunda además) es que es la palabra mágica que muchos usan para justificar todo lo malo que les ocurre en la vida. Y también para justificar lo que los demás consiguen, pero ellos no tienen.
Hay ciertas palabras comodín que se están haciendo un hueco en nuestro vocabulario y que sirven para justificar cualquier problema u obstáculo con el que nos encontremos. Ya sabes: privilegios, opresión, gordofobia, machismo, genética…
Y repito: NO estoy negando su existencia.
Pero tampoco hay duda de que, muchas veces, se usan de forma injustificada e innecesaria.
Por ejemplo, con el tema que nos ocupa hoy de los privilegios, es automático: Cuando alguien no tiene lo que cree que merece y los demás sí, asume que los demás están hasta los topes de privilegios, mientras que ellos están claramente oprimidos y son auténticas víctimas de su propia existencia, de una sociedad injusta, de un entorno hostil y del mundo en general.
Todo el mundo lo tiene fácil, menos ellos.
¿Sí? ¿Seguro? ¿Todo el mundo lo tiene fácil? ¿Ellos son los únicos que tienen que lidiar con adversidades y obstáculos? ¿SEGURO?
No me gusta nada esa manera de pensar ni de actuar, aunque entiendo perfectamente la razón por la que hay tanta gente que lo hace. Es como una manta de tranquilidad que te susurra al oído «No te preocupes, no es culpa tuya. No es tu responsabilidad».
Creo de corazón que no es una manera productiva de desenvolverse por la vida. Tampoco pienso que lleve a nada bueno a largo plazo. Ni a corto plazo, si me apuras. A muy muy corto plazo puede aportarte cierto desahogo y a una mínima sensación de consuelo, pero poco más.
A largo plazo las consecuencias de esta mentalidad son terroríficas.
Entrarás en un bucle en el que cada vez te afectarán más las cosas, estarás más a disgusto con tu situación, tu capacidad para gestionar las dificultades se reducirá y tu frustración aumentará a marchas forzadas.
Cada vez te harás más pequeño, frágil y débil.
Recuerda: la mentalidad de víctima, debilita. Y la debilidad, victimiza.
¿Y sabes qué es lo peor de todo? Que a pesar de todas tus quejas, lloros y gritos… Estarás exactamente igual que antes. Quejarse por todo no sirve para nada, más que para quedarte en el mismo sitio, pero con una buena mochila de bilis y rencor adicional de regalo.
Los problemas no se solucionan quejándose. Y mucho menos buscando a un grupito de personas que retroalimenten tus penas y angustias, validando tu victimismo.
Los problemas se solucionan enfrentándote a ellos.
Actuando.
Haciendo lo que se puede, con lo que se tiene.
Centrándote en lo que está bajo tu zona de control.
Ojo, no estoy diciendo que el mundo sea justo. No lo es. Lo sé perfectamente.
He vivido mi parte de injusticias, como todo el mundo.
Y repito, no estoy diciendo que no existan los privilegios. Porque ahí están.
Lo que sí estoy diciendo es que somos capaces de mucho más de los que creemos y de lo que nos damos crédito. Es increíble lo que podemos llegar a alcanzar y lo que podemos mejorar nuestra vida y nuestra situación cuando ponemos todo nuestro empeño en ello.
Te sorprenderías.
De ahí que el lema de mi Fitness Real sea «Atrévete a ser más».
Porque podemos serlo, y creo que es nuestro deber serlo. Para nosotros y para los que nos rodean.
Porque ya hay suficientes víctimas en el mundo que se ahogan en un vaso de agua. El mundo necesita personas valientes, comprometidas, responsables, determinadas, fuertes, íntegras y que se tengan el suficiente respeto como para dejar de sentir pena por ellas mismas.
Si te soy sincero, lo que más me chirría cuando se usa la palabra “privilegio” a diestro y siniestro (especialmente por aquellos que tienen el último móvil y tiempo suficiente para estar todo el día en internet quejándose de sus desdichas) es que suele utilizarse como sinónimo de “lo que tienes te lo han regalado, lo has tenido fácil o no has tenido que hacer el huevo para lograrlo”.
Y eso suele ser completamente falso.
La grandísima mayoría, para lograr lo que tienen, se lo han tenido que currar y han tomado la decisión de renunciar a muchas otras cosas a cambio. Cosas que todas estas víctimas profesionales probablemente siguen disfrutando y ni se percatan. Es curioso que siempre señalan y magnifican los privilegios ajenos, pero los propios pasan desapercibidos a la velocidad del rayo.
La vida se trata de tomar decisiones y hacer las paces con los resultados que se obtienen. Porque si no las tomas, alguien lo hará por ti. Es un tema principalmente de prioridades y de ser consecuente. No hay nada más infantil que querer hacer lo que te sale del arco del triunfo siempre y a la vez negarte a aceptar las consecuencias y quejarte de lo que recibes a cambio.
La realidad es que, en muchas ocasiones, tenemos lo que nos hemos ganado a pulso.
Cosechamos lo que hemos sembrado nosotros mismos.
Tanto lo bueno, como lo malo.
Y eso depende en gran medida de nosotros mismos.
Ya por último me gustaría recordarte un par de cosas:
1) Siempre habrá alguien que te diga lo que quieres escuchar. Si quieres verte como una víctima y como alguien oprimido, vas a encontrar a una infinidad de personas que te regalarán los oídos con lo que quieres oír. Que te dirán lo que ansias escuchar y te ayudarán a quedarte momentáneamente tranquilo con tu conciencia.
Eso no lo convierte en cierto.
Lo hace conveniente para ti mismo, y eso es muy distinto.
Y esa tranquilidad no dura demasiado, créeme.
2) Espero que te des cuenta de que pasarte el día quejándote de lo injusta que es la vida y de los privilegios de los demás, encontrar a alguien que te escuche y que además te valide…es un privilegio. Solo los privilegiados pueden dedicar el día entero a quejarse.
La semana pasada os hice la siguiente pregunta:
«¿En qué momento de tu vida pensaste que habías llegado a tu límite y, sin embargo, seguiste adelante y entendiste que te habías infravalorado enormemente y que eras capaz de mucho más de lo que creías?
Aquí van algunas de las respuestas que he recibido de vuestra parte:
Marivi comenta: «Correr llorando es algo que me ha ocurrido más de una vez, sobre todo en la academia. Estoy en una academia militar y nos llevan al límite muchas veces, y constantemente estoy redescubrimiento mis propios límites. Cosas que es su momento cuestan mucho pero al rato las ves con perspectiva y piensas: «joder, lo he hecho».
Samuel cuenta su historia: «En 2020 fue el año en el que creía que había llegado a mi límite. En enero se rompió la relación con la que por entonces era mi novia después de unos meses de relación malísimos. En marzo quebró la empresa en la que trabajaba después de 6 meses sin cobrar y teniendo que ir a trabajar. Ese mismo mes comenzó el confinamiento de la pandemia y para colmo, me dio una crisis de migrañas.
Pero por cabezón conseguí salir, me dije a mí mismo que por coj**** tenía que obligarme a sobreponerme a ello, comencé a quedar con mis amigos para jugar online (estábamos en pandemia no se podía hacer mucho más), entrenaba a diario y me centraba en las tareas de la casa… Y funcionó, centrarme en una rutina diaria y ver que ayudaba a reducir los dolores de cabeza me hicieron ver las cosas con otra perspectiva, no todo estaba tan mal. Y por supuesto, conocer a la que a día de hoy es mi pareja ayudó muchísimo y lo hizo todo mucho más sencillo».
Chapó Samuel, qué grande.
Julen dice: «En el momento en el que me independicé y empecé con la reforma de la casa (casi 1 año de duración) me asaltaron todo tipo de dudas. No sabía si estaba haciendo lo correcto, pero apreté los dientes y decidí no rendirme y seguir adelante. A día de hoy echo la vista atrás y me siento orgulloso de mi mismo porque sé que tomé la decisión acertada».
Gracias de corazón a todos por participar.
Esta semana tengo una pregunta muy sencilla para todos vosotros, y espero que os invite a la reflexión. La pregunta es la siguiente:
¿Cuánto tiempo pasas a diario en redes sociales?
¿Eras consciente de que pasabas esa cantidad de tiempo o te ha sorprendido?
Como referencia os diré que mi media semanal está en 57 minutos.
Obviamente los martes mi consumo se dispara porque hago el Preguntas y Respuestas, pero teniendo en cuenta que parte de mi trabajo pasa por las redes sociales… No me puedo quejar. Podría ser mucho peor, pero desde hace tiempo que intento ser muy consciente del tiempo que paso en redes sociales.
Envíame tu reflexión contestando desde aquí.
Los leo todos.
Sabes de sobra lo que opino de la pornografía.
Sabes que creo que es una práctica que ofrece muy pocos beneficios y potencialmente tiene muchos perjuicios. Especialmente si la consumes regularmente. Y especialmente si lo haces desde una edad muy temprana.
Para mi (como para muchas personas), era una práctica completamente normalizada, y la primera vez que escuché a alguien alertar sobre los problemas de la misma fue Gary Wilson.
Esta charla que te comparto a continuación para mí fue la semilla de lo que después se convirtió en una fuerte convicción que intento trasladar a las personas que deciden escuchar y leer lo que tengo que decir.
Si no la has escuchado, espero que te guste.
Esta semana quiero aprovechar este apartado de música para recomendarte dos piezas de Dragon Ball, porque la ocasión lo merece.
La primera canción es una adaptación muy tranquila del mítico opening de GT, con sonido de mar añadido y que he puesto de música de fondo decenas de veces para trabajar. Es una melodía que me ayuda a focalizarme y me da un buen rollo increíble.
La segunda canción es de «el ataque del dragón», probablemente la mejor película de Dragon Ball (o en el top 3 seguro) y la única en la que sale uno de mis personajes favoritos de toda la serie: Tapion.
En esa película Tapion tiene una ocarina y toca una melodía preciosa que siempre me ha gustado, pero es muy especial para mí porque era la única melodía con la que mi hija mayor se dormía por las noches cuando era pequeña.
Me la ponía en brazos, empezaba a caminar por el pasillo de casa tarareando esta canción y se quedaba dormida siempre. Ni teta, ni mamá ni nada. Mis brazos y la canción de Tapion.
Le tengo mucho cariño y espero que te guste a ti también.
Ah, y si te gusta Dragon Ball y no has visto la película del ataque del dragón… Estás tardando. Te la recomiendo encarecidamente. La animación es increíble (a pesar de ser de 1995, supera con creces a muchas series anime actuales) y además explican el origen de la espada que lleva Trunks.
PREGUNTA:
Víctor, ¿cómo lidiar con la ansiedad que conlleva salir de la zona de confort?
RESPUESTA:
A pesar de que a corto plazo la zona de confort parece que nos aporta tranquilidad y seguridad, a medio y largo plazo es una trampa sigilosa que, de no hacer nada al respecto, se irá cerrando sobre nosotros mismos sin apenas darnos cuenta.
El resultado de no querer salir de esa trampa es una vida anestesiada, mediocre, conformista y gris.
En mi experiencia, podemos hacer un trabajo increíble de autoconvencimiento para negar esa realidad, pero la verdad, por desgracia, siempre acaba manifestándose. Y cuanto más la niegues y más te escondas de ella, más negativo será su impacto cuando lo haga.
Salir de la zona de confort es la esencia del crecimiento.
Es la esencia del coraje.
Y es la esencia de la confianza en uno mismo.
Por desgracia, muchos creen que salir de la zona de confort es saltar de un avión sin saber si el paracaídas funciona o está en buen estado. O tirarse a una piscina con los ojos tapados ignorando si hay agua. De ahí que aparezca esa ansiedad y miedo paralizantes. Perciben el desafío como algo demasiado grande.
En este aspecto (como en tantos otros de la vida) la dirección es más importante que la velocidad.
La constancia es más importante que la intensidad.
Si tu dirección es el crecimiento y la mejora, no hace falta que des un salto al vacío ni que hagas un cambio radical en el que las únicas opciones sean sobrevivir o morir en el intento. Pequeños pasos graduales hacia la dirección correcta serán más que suficientes para que puedas aumentar de modo paulatino tu confianza, fortalecer tu carácter, potenciar tu creatividad, y aumentar tu competencia y tu crecimiento personal de forma exponencial.
El coraje, al igual que un músculo, se entrena.
La confianza, también.
Dar esos pequeños pasos son las repeticiones que acaban creando una valentía sin parangón, y una confianza a prueba de balas.
¿Quieres evitar la ansiedad de salir de la zona de confort?
Empieza pequeño. Muy pequeño. Si es necesario, empieza de forma casi imperceptible.
Pero empieza.
Esa es la única condición ineludible.
Empieza.