«La grandeza nace de pequeños comienzos»
Bienvenido a La Hermandad, la newsletter de Fitness Real.
Una newsletter dedicada exclusivamente a ayudarte a alcanzar la persona que sabes que puedes llegar a ser.
Espero que la disfrutes, que aprendas y que luego lo pongas en práctica.
Y gracias de corazón por estar ahí una semana más.
¡Empezamos!
Hace un par de semanas tuve una pequeña conversación con mi hija mayor que me produjo una sonrisa tan profunda y tan plena que noté como se me pusieron los pelos de punta. No te exagero. Hoy quería compartirte esa charla y la reflexión que saqué de ella. Espero que te guste.
Te pongo en contexto.
La primera semana de enero tuve mucho trabajo.
Era la última semana de vacaciones de Navidad, por lo que a mi hija mayor todavía le quedaban algunos días para empezar el cole y mi hija pequeña, aunque también estaba de vacaciones de la guardería, llevaba ya varias semanas en casa recuperándose de una bronquitis que no acababa de superar.
Eso significaba que tenía mucho trabajo acumulado, porque si mis hijas están en casa mi concentración se ve muy afectada (trabajo desde casa) y mis horas de trabajo productivo se reducen drásticamente.
Para mí es muy importante pasar rato con mi familia, e intento organizarme la agenda para respetar todo lo posible esa prioridad, y en condiciones normales trabajo hasta las 16:00, apago el ordenador y dejo el móvil aparcado para pasar las tardes con mis niñas sin distracciones. Si son vacaciones, hago lo que puedo y trabajo por la mañana o por la tarde, pero en algún momento del día estoy con ellas.
Pero ese miércoles me fue imposible. Mañana y tarde a tope con clientes de mentorías, escribiendo el temario del Arco de Invierno, llamadas, correos…y el único momento que pude estar con mi hija mayor fue el rato que dura el trayecto hasta su clase de karate.
Sí, ya la he apuntado a artes marciales jaja.
Salimos de casa, subimos al coche, pusimos música, cantamos un rato, bajamos del coche, nos dimos la mano y, mientras llegábamos a karate le dije: «Peque, me sabe muy mal no haber podido pasar un rato juntos hoy».
Y ella, que caminaba dando saltitos de lo feliz que está siempre, se paró, se giró, me miró, me regaló una preciosa sonrisa y me dijo «pero papá, si ahora estamos juntos».
Lo dijo con extrañada.
Como si no entendiera del todo lo que le estaba diciendo.
En ese momento me di cuenta que yo hablaba en pasado, y ella en presente.
Que yo me centraba en lo que no había pasado, y ella en lo que estaba ocurriendo en ese instante.
También entendí que, más a menudo de lo que pensamos, tenemos mucho que aprender de los niños pequeños.
Creemos, en un alarde de soberbia, que somos los únicos que tenemos la potestad de enseñar y educar, pero nos olvidamos que podemos (y debemos) aprender siempre que podamos.
Es nuestro deber aprovechar y beber de cada fuente de la que emana la sabiduría. Y ellos, los más pequeños, pueden recordarnos muchas cosas que hemos ido perdiendo a lo largo del camino.
Y, de hecho, pueden ayudarnos no solo a recordarlas, si no a recuperarlas.
Porque su mente funciona diferente.
Y, para muchas cosas, funciona mejor.
No se amargan por lo que les falta, si no que se alegran por lo que tienen, por pequeño que sea.
No guardan rencor, y perdonan rápido.
Expresan sus emociones, pero no las retienen.
Viven el momento, en vez de estar anclados en el pasado o preocupados por el futuro.
Aún no tienen prejuicios, más que los que aprenden de nosotros.
La ilusión es el denominador común.
Encuentran una manera de convertirlo todo en un juego, hasta lo más simple y aburrido.
Su curiosidad es infinita y su imaginación desborda.
No tienen miedo a probar algo y fallar.
Tampoco a querer de forma incondicional y auténtica.
Y por ello son más felices.
Mucho más felices.
Cuánto tenemos que aprender de los niños. Cuánto mejoraría nuestra existencia si no nos tomáramos la vida tan en serio. Si no nos tomáramos a nosotros mismos tan en serio. Si jugáramos más y pensáramos menos. Si perdiéramos el sueño por lo que nos ilusiona, no solo por lo que nos preocupa.
Tengo claro lo importante que es la presencia y la gratitud para lograr una buena vida.
Son pilares fundamentales de mi día a día, y aún así estos momentos me hacen ver lo mucho que me queda todavía por mejorar. Todo lo que puedo agradecer y que lo paso por alto porque a primera vista puede parecer insignificante.
Cuando mi hija me dijo esa frase puse una rodilla en el suelo, la abracé y le dije «gracias por ser como eres». Y no podría haber más verdad en esas cinco palabras. Esperé a que ella soltara el abrazo y seguimos nuestro camino hacia karate, ella con sus saltitos de alegría y yo con el corazón lleno y una sonrisa en la cara.
Hoy es una reflexión muy corta, pero me apetecía mucho compartir ese pequeño instante que para mí significó tanto. Espero de corazón que te haya hecho pensar y que, si has sacado algo de valor, lo apliques a tu día a día.
La semana pasada os hice las siguientes tres preguntas:
- ¿Qué te ha traído este 2023 por lo que sientes gratitud?
- ¿Qué palabra o concepto representa lo que quieres conseguir para este año?
- ¿Qué 3 acciones vas a implementar (o dejar de hacer) para lograrlo?
El feedback que he recibido ha sido increíble. Gracias a todos por compartir vuestros propósitos y un pedazo de vuestra gratitud conmigo.
David responde sobre el 2023: «Este año ha sido un año que creo que agradeceré siempre, es el año e el que nació mi segundo hijo y es el año en el que laboralmente mis esfuerzos han recogido sus frutos al conseguir plaza en la sanidad madrileña, Pero sobre todo agradezco que he conseguido ser más paciente, controlar la mayoría de las veces mi reactividad y centrarme en lo que realmente importa».
Erik comenta: «Algo que me ha traído este 2023 y por lo que siento muchísima gratitud es haber encontrado amigos nuevos que están alineados con los gustos e intereses que he tenido desde pequeño, pero que debido a mi entorno no les interesaban lo más mínimo no profundizaba en ellos todo que me gustaría».
Miriam dice: «El concepto que busco para este 2024 es autocuidado, y para lograrlo seré más constante con el ejercicio, dejaré de fumar y empezaré a escribir un diario para volcar el ruido de mi mente».
Noemi explica: «Este año busco estabilidad emocional, y para conseguir eso voy a terminar «Atrévete a ser más» y hacer los ejercicios que proponga el libro, hacer ejercicio mínimo 2 días a la semana, mejorar mi alimentación y construir una rutina de mañana y de noche donde priorice hábitos que se que me van a hacer descansar mejor y tener más energía.
Esta semana te propongo dos preguntas muy importantes:
- ¿Qué 3 valores representan de forma más clara y fundamental la persona que quieres ser?
- ¿Qué acción puedes llevar a cabo hoy para honrar cada uno de esos valores y empezar a ser esa persona?
Si quieres, compárteme tus respuestas contestando directamente desde aquí.
Los leo todos.
Gracias a todos por participar una semana más y por hacer que «La Hermandad» sea una comunidad de la que valga la pena formar parte.
COMO UN HOMBRE PIENSA, ASÍ ES SU VIDA
James Allen
La semana pasada os hablé de la palabra que representaba el objetivo que quería alcanzar este próximo año: serenidad. Y el libro que plantó la semilla en mi cabeza fue el que os recomiendo esta semana.
«Cómo un hombre piensa, así es su vida» es uno de esos libros que te llegan en el momento adecuado y te dicen exactamente lo que necesitas escuchar en el instante de la vida en el que te encuentras.
Es un libro corto.
Cortísimo.
De hecho, no sé si se puede considerar un libro siquiera, porque tiene 51 páginas.
Pero en mi opinión es más que suficiente.
Y tiene un capítulo hablando de la Serenidad que es para enmarcar.
Ahí va un pequeño fragmento del mismo.
«Un hombre deviene tranquilo en la medida en la que se entiende a sí mismo. Al desarrollar un entendimiento correcto ve con una claridad cada vez mayor las relaciones internas de las cosas por la acción de la causa-efecto, cesa de agitarse y rabiar, de preocuparse y sufrir, y se mantiene ecuánime, firme y sereno».
No digo que sea el mejor libro de la historia, pero mentiría si dijera que no ha calado hondo en mi interior.
9/10 – LEGENDARIO
Ayer se cumplieron 9 años de la muerte de la persona que cambió mi vida.
El 17 de enero de 2015 falleció Greg Plitt, y no pasa un solo año sin que me siga inspirando a dar lo mejor y a ser el cambio que quiero ver en el mundo.
Hace casi una década que ya no está y, a pesar de eso, sus palabras siguen ayudándome en el presente. Sus vídeos son un legado permanente que muestran la persona que fue y la cantidad de personas que mejoraron gracias a él (entre la que me incluyo).
Como ya es costumbre en esta newsletter, aprovecho estas fechas para compartir los que, para mí, son los dos vídeos que mejor reflejan quién fue Greg y por qué lo admiro tanto.
Espero que, si no los has visto, te gusten.
Y si los has visto, no es un mal momento para volverlos a disfrutar.
Gracias Greg.
La última repetición siempre tiene tu nombre 😉
PREGUNTA:
Víctor ¿Cómo puedo dejar de tener pensamientos negativos?
RESPUESTA:
No puedes.
Zas, en toda la frente.
Antes de que cierres este correo, escúchame.
O léeme un momento.
El cerebro genera muchos pensamientos. Algunos estudios estiman que tenemos unos sesenta mil pensamientos cada día, y además la mayoría de ellos son negativos.
¿Por qué? Pues porque nuestro cerebro no está diseñado para prosperar. Está diseñado para sobrevivir. Y para lograrlo, es mucho más importante centrarte en lo que te puede matar que en lo que te puede beneficiar.
Ignorar una oportunidad de crecimiento puede ser malo, pero ignorar un peligro puede ser fatal. Por lo tanto, nuestro sistema operativo está programado para estar alerta y poder detectar amenazas y peligros.
Por lo tanto, los pensamientos negativos no se pueden evitar ni controlar.
Y la realidad es que cuanto más lo intentes, peor será.
La clave aquí es en aceptar su existencia, no regodearse en ellos y no darles demasiada bola, por decirlo de alguna manera. El cerebro crea pensamientos (es su trabajo), pero tú puedes decidir si son ciertos o no, la importancia que tienen y si quieres entretenerlos o no.
Es decir, no es tan importante el pensamiento negativo en sí como la respuesta que te ocasiona, la interpretación que le das y lo mucho que te quedas bloqueado en el mismo.
Existe una habilidad muy útil que todo el mundo puede desarrollar y perfeccionar que se basa en descartar pensamientos. Es decir, detectarlo, validarlo y apartarlo. ¿Qué vuelve? Pues lo apartas otra vez. ¿Vuelve a la carga? Otra vez que lo apartas y centras tu atención en otra cosa.
Parece difícil (y lo es al principio), pero con la práctica se vuelve una habilidad muy útil. Y, obviamente, es algo que la meditación te puede ayudar a mejorar.
Por cierto, si quieres hacer todo lo que esté en tu mano para reducir la cantidad de pensamientos negativos que tu cabeza genera…asegúrate de tener cosas positivas en tu vida. Llénala de gente que te de buena vibra, actividades y hobbies que te ilusionen, música que te cargue las pilas, lecturas que nutran tu mente y tu alma, tiempo de calidad, hobbies, ejercicio, naturaleza, descanso, comida de calidad…
Te prometo que funciona.
Espero que te haya ayudado.