«La grandeza nace de pequeños comienzos»

Bienvenido a La Hermandad, la newsletter de Fitness Real.

Una newsletter dedicada exclusivamente a ayudarte a alcanzar la persona que sabes que puedes llegar a ser.

Espero que la disfrutes, que aprendas y que luego lo pongas en práctica.
Y gracias de corazón por estar ahí una semana más.

¡Empezamos!

Esta edición de La Hermandad está patrocinada por Chōwa.

Chōwa es el diario que acaba de sacar mi buen amigo Alberto. Un diario que tiene como objetivo el autoconocimiento, el crecimiento personal y desarrollar un estado de calma y de bienestar para con nosotros mismo y nuestro día a día.

Más adelante hablaré más en detalle de él, pero solo adelantaros que tengo ya mi diario, llevo una semana dándole uso y me está pareciendo una opción increíble para adentrarse en el mundo del journaling.

Puedes hacerte con tu copia aquí, y usando el código FITNESSREAL tendrás un 10% de descuento en todas tus compras.

Hace tres semanas que no hablamos de los pilares para forjar un carácter fuerte, por lo que hoy vamos a retomar esa lista, pero antes que nada veamos un pequeño resumen de los puntos que hemos desarrollado hasta ahora:

  1. Asumir la responsabilidad que te toca.
  2. Salir de tu zona de confort.
  3. Ser coherente entre lo que dices y lo que haces.
  4. Desarrolla disciplina

Hoy toca hablar del que, probablemente, ha sido (y sigue siendo) mi talón de Aquiles. El perdón. El principio básico de cualquier persona que tiene un carácter fuerte es el siguiente:

«APRENDE A PERDONAR, A PERDONARTE Y A NO GUARDAR RENCOR»

Hoy toca desnudarme un poco. Preveo que escribir estas próximas líneas va a ser complicado pero espero que os ayude, porque creo firmemente que a todos nos pasan los mismos problemas, y hablar de ellos los relativiza.

A lo largo de la vida me han pasado varias cosas que, en su momento, me afectaron y me han dejado cicatrices. Como a todos. Pero con el tiempo me he dado cuenta de la capacidad extraordinariamente elevada que tengo para el enfado y el rencor. Especialmente cuando era más joven.

¿Sabes aquella pregunta típica de entrevista laboral de «dime un defecto tuyo» y la mayoría suelta el «soy demasiado perfeccionista»?

Pues mi mayor defecto durante mucho tiempo ha sido la incapacidad para perdonar. Tengo que trabajarlo exhaustivamente y canalizarlo todo lo posible día a día.

A lo largo de los años, y tras un trabajo de introspección muy grande, he descubierto muchos motivos por los que era incapaz de hacerlo y a día de hoy lo tengo muy bajo control. No lo he erradicado, porque es una característica que forma parte de mi ser, pero la he domado en gran medida.

Y debo decir que, tras muchos años dejándome arrastrar por el rencor y el enfado he llegado a una conclusión sobre la que no tengo la menor duda. Y es la siguiente:

«La capacidad para perdonar es directamente proporcional a lo satisfactoria que es tu existencia».

Punto.
Es matemático.
Es un axioma.

Si tu vida es una mierda, tu capacidad para cabrearte por la más mínima chorrada se potenciará hasta el infinito. Y tu predisposición para perdonar se borrará completamente. Porque solo puedes ofrecer lo que tienes. Y viceversa. Si tu vida es plena, perdonarás. No guardarás rencor. Porque tu vida estará llena de luz y paz. No tendrás espacio dentro de ti para ruido innecesario.

¿Te acuerdas cuando hablo de los ofendiditos? Son un ejemplo claro de esto.

Siempre digo que la razón por la que se cabrean tanto es porque esas pequeñas rencillas por las que libran auténticas guerras son lo único que tienen en sus miserables vidas. Es en lo que basan su identidad. Es lo único que da sentido a sus existencias. El odio y el rencor que sienten por la chorrada de turno son la razón que tienen para levantarse por las mañanas.

Sin eso…no son nadie.

Vamos con dos ejemplos personales:

Cuando tenía 18 años mis amigos decidieron ir de interraíl por Europa. Yo me quedé en Barcelona. Ese viaje hizo que se crearan unos lazos muy fuertes entre ellos a raíz de las experiencias que vivieron esas semanas. Yo me sentí excluido. Y me lo guardé.

El rencor se quedó conmigo varios años, y era algo que siempre utilizaba de munición cuando aparecía cualquier conflicto entre nosotros. No se lo decía a ellos, por eso. Me lo recordaba a mí para aumentar mi cabreo a través del rencor que sentía por no haber ido con ellos y no haberme incluido.

Te prometo que me estaba ahogando en esa sensación.

Curiosamente esa época era en la que mi vida estaba completamente patas para arriba. Sin trabajo, sin estudiar nada, sin hacer nada, sin pasión, intereses o proyectos. Cuando mi vida mejoró, un día por fin reuní el valor suficiente para hablar con ellos del tema.

Los reuní y se lo expliqué. No para echarles en cara nada ni para exigir una disculpa como mucha gente hace, si no porque necesitaba liberarme de todo ese lastre que llevaba a cuestas desde hacía años. Hablé con ellos desde la humildad. Desde la tranquilidad.

Al final, resultó que todo eso había sido un gran malentendido. Yo creía que me habían dejado de lado y ellos creían que no podía ir al viaje. Una falta de comunicación entre nosotros, por descontado, pero para nada una puñalada trapera como yo llevaba creyendo desde los 18 años.

Si lo hubiera hablado antes, me habría ahorrado mucho sufrimiento.
Pero mi vida estaba tan vacía que necesitaba llenarla con algo. Lo que fuera.
Y ese «algo» era rencor y enfado.

Otro ejemplo, algo más reciente:

Tengo un buen amigo con el que a principios de 2020 intentamos colaborar en un proyecto que no salió bien. Hubo discrepancias en el enfoque, se tensó bastante el asunto y, a partir de ahí, nos empezamos a distanciar mucho.

Ninguno de los dos decía nada, pero notaba cada vez más el espacio incómodo entre ambos y la interacción cada vez más esporádica que teníamos.

Mi ego hizo una entrada triunfal y empecé a mosquearme con él por como se estaba comportando. Encontraba mil excusas y motivos para retroalimentar ese enfado que llevaba, y volcaba en él toda mi frustración.

Quería llamarlo y recriminarle su actitud.
Claramente el responsable de la situación era él.
Debería ser él quien diera el primer paso.

Curiosamente esto ocurrió durante la pandemia, una época en la que lo pasé francamente mal y no estaba en mi mejor momento. Una vez se calmaron las aguas y mi vida se estabilizó nuevamente, empecé a verlo todo con un enfoque diferente.

¿Y si era yo el que también estaba actuando como un cretino y él estaba reaccionando a mi actitud?
¿Y si él estaba sintiendo lo mismo que yo?
¿Podía ser?
Pues probablemente.

Decidí llamarlo. Pero el enfoque fue muy diferente a la primera llamada que pretendía hacer. Le expliqué la situación (nuevamente desde la humildad) y le pedí perdón si había actuado mal con él a raíz del mal momento que vivimos. Dejé de esperar que él diera el primer paso y fui yo el que hice lo que mi interior me pedía que hiciera.

Inmediatamente me pidió perdón él también, comentamos la situación de forma constructiva y lo solucionamos. Ahora estamos genial, porque lo único que hacía falta era comunicación y un poco de paz interior para que el perdón floreciera.

La moraleja es que si quieres perdonar (y perdonarte) tienes que estar bien. Tienes que estar en paz, satisfecho con tu vida y contigo mismo. Una persona llena de veneno no puede ofrecer perdón. Solo puede ofrecer veneno.

Hasta que no atajes eso, jamás podrás estar en paz.
Y hasta que no estés en paz, no tendrás perdón.
Ni para ti, ni para nadie.

Esta semana toca darle un golpe mortal al ego.

Vas a pensar en algún conflicto del pasado que no esté resuelto y del que hayas tenido parte de responsabilidad (esto se aplica al 99% de conflictos, me atrevería a decir). Vas a contactar con la persona con la que tienes el conflicto y te vas a disculpar.

No porque quieras que el otro lo haga también.
No esperes nada a cambio.

Lo vas a hacer porque sabes que una persona con carácter fuerte, aparte de perdonar, también asume su responsabilidad. Y esto es lo que estás haciendo. Pide perdón por la parte que te toca. Y pide perdón bien.

Si es correspondido, genial.
Si no, también. El objetivo es hacer lo correcto, y vaciar el ego de tu mochila en el proceso.

Si vas sin expectativas de un perdón recíproco créeme que, pase lo que pase, te sentirás mejor. Te sentirás en paz. Y te lo merecerás.

Esta semana no voy a hablar de un libro, si no de un diario.

Concretamente de Chōwa, el diario que ha creado Alberto (The Macro Wizard). Siempre es un gustazo ver como la gente con la que te rodeas tiene un proyecto en mente y lo lleva a la realidad.

Sé la satisfacción que genera eso, y también el esfuerzo y el trabajo que conlleva.

Ya sabéis la importancia que le doy a la práctica del journaling, y es algo que llevo haciendo a diario desde hace más de tres años, pero encontrar uno que sea suficientemente bueno como para usarlo día tras día se me ha hecho complicado.

Alberto ha creado algo muy interesante.
Una propuesta diferente.
Un diario para frenar un poco, bajar revoluciones, tomarnos un rato para nosotros mismos y conocernos.
Porque solo cuando nos conocemos nos podemos querer.
Y nos podemos cuidar como necesitamos y merecemos.

El otro día recibí mi copia de Chōwa y debo decir que el esmero y el trabajo se notan.
Desde el embalaje, el perfume que impregna el diario, los materiales y, por encima de todo, el contenido.

El estilo de journaling diario es algo distinto al que venía haciendo hasta ahora, pero me parece una alternativa muy interesante que implementaré durante los próximos 3 meses. Pero lo que sobresale por encima de todo son los 25 ejercicios que Alberto ha incluido en el diario y que, si los haces con sinceridad, te prometo que te conocerás mucho mejor y estrecharás la relación que tienes contigo mismo.

Muy muy recomendado.
Felicidades por el trabajo, Alberto.

Alberto, además, me ha proporcionado un código de descuento (FITNESSREAL) que podéis usar en vuestra compra para tener un 10% de descuento en Chōwa.

Como ya sabrás, soy muy fan de Jordan Peterson. Y Peterson, a su vez, valoraba mucho el trabajo de Carl Jung, y se nota mucho que su trabajo está teñido por la influencia de este último.

Uno de los puntos más interesantes del trabajo de Jung es la sombra del individuo y la necesidad de integrarla correctamente para poder lograr la individuación. Es decir: el proceso mediante el cual una persona se convierte en un individuo integrado, llegando a ser uno mismo y alcanzando la capacidad de ser totalmente autónomo e independiente.

Este vídeo lo explica de una forma magistral. Muy recomendado.

PREGUNTA:
Víctor ¿Cómo sobrellevar la incomodidad?

RESPUESTA:
Sentirse incómodo en la vida es algo que todos experimentamos en muchos momentos. Nadie se escapa de eso, pero a pesar de saber que es algo inevitable, lo que podemos hacer es minimizarlo todo lo posible.

Hay muchas maneras de hacerlo, pero en mi experiencia las mejores estrategias (y las que me han funcionado a mí) son las siguientes:

ACEPTA: Hablo mucho de la aceptación, pero es que me parece una de las claves de la vida. Negarnos a aceptar que estamos incómodos y que no tenemos el control sobre todo lo que nos rodea es uno de los mayores potenciadores de esta incomodidad.

Cuanto más te resistes, más sufres.

No pasa nada por estar incómodo. Es normal. A todo el mundo le pasa. Y esta sensación, por mucho que te parezca que no se irá, se acabará desvaneciendo. La única constante de la vida es el cambio. Y el cambio conlleva siempre un grado de incomodidad. Por lo que negarse a eso es negarse a la vida en sí.

Acepta plenamente y verás que todo se aligera de forma significativa.

HAZ LO QUE PUEDAS: La otra lacra que enquista esta incomodidad y la vuelve paralizante es la necesidad de control que tenemos. Gran parte de la solución pasa por entender que hay cosas que no podrás controlar ni modificar, y otras que sí.

Por mucho que te joda.
Por mucho que te cabree.
Por mucho que te resistas.

Por lo tanto, tu principal trabajo consiste en dejar ir esta necesidad de control y centrarte únicamente en lo que tú puedes hacer. Una vez sueltas el lastre de querer controlar lo incontrolable, la incomodidad se reduce.

CÉNTRATE EN EL SIGUIENTE PASO: Muy ligado con lo anterior, pero aún más concreto. Una vez tengas claro lo que está bajo tu control, limita esa lista a lo que puedes hacer ahora. Focalízate en el siguiente paso. A veces la sensación de angustia aparece cuando miramos toda la situación que tenemos delante.

Sin embargo, si bajamos la mirada y nos centramos en el paso que debemos dar a continuación, estaremos más cómodos. Y más seguros. Y más confiados.

ESCRIBE: Plasmar sobre el papel los pensamientos que tenemos nos ayuda a concretarlos, darlos forma, entenderlos y verlos de una forma más objetiva. A veces gran parte de la incomodidad aparece por la cantidad de pensamientos y sentimientos no procesados que se acumulan en nuestra cabeza.

Escribir permite poner orden en nuestra mente.
Y una mente más ordenada es una mente más tranquila.

TEN CLARO TU PARA QUÉ: Cuando la incomodidad aparece y te engulle, es muy fácil dejarte llevar por esa sensación, tirar por el camino fácil y tirar la toalla. Lo que sea para dejar de sentir toda esa vorágine de emociones y pensamientos.

En ese momento, tener clara la razón por la que estás haciendo lo que estás haciendo será un faro en la tormenta. Un ancla que te permitirá persistir y seguir adelante. Agárrate a ella y no te dejarás llevar por la marea.

Solo cambiarás cuando el dolor de cambiar sea menor que el dolor de permanecer igual, y eso ocurrirá cuando tengas una razón de peso para dejar de ser quién eres y hacer lo que haces.

EXPONTE A ELLA: Siempre hablo de salir de tu zona de confort. Y esta es la razón principal. Exponerte a la incomodidad voluntariamente y bajo tus términos es muy distinto a hacerlo cuando no tienes más remedio y la vida te obliga a ello.

Enfrentarte a dificultades y a situaciones complejas porque lo has decidido es una manera fantástica de aumentar tu zona de confort, y cuanto más grande se vuelve, más pequeña es tu zona de incomodidad.

PIENSA A LARGO PLAZO: Entiende que lo que estás sintiendo ahora es un trámite, porque la mente, el cuerpo y el espíritu se forjan a través de la incomodidad. Puedes decidir esconderte de ella, pero eso atrofiará cada vez más tu potencialidad. Cada vez serás una sombra más pequeña, tenue y desdibujada de lo que podrías ser.

Enfréntate a la incomodidad mirándola a los ojos y ten claro que, cuando salgas vencedor, serás una mejor versión de ti mismo. Alguien más fuerte, más resiliente, más valeroso y más completo. Ahora simplemente estás pagando el peaje de la única carretera que te lleva a donde quieres ir.

Págalo a gusto, porque el destino lo vale.

¡Espero que te haya ayudado!

Técnicamente no os voy a recomendar una película, si no una serie.

A principios de semana estuve dos días metido en la cama por una gastroenteritis que circula por el pueblo donde vivo y está causando estragos. Estuve muchas horas en la cama y no tenía la cabeza como para trabajar o ser creativo, por lo que decidí ponerme al día de alguna serie que tenía pendiente.

Decidí empezar The Last of Us y en dos días me he visto toda la primera (y única) temporada.
Y madre mía, que pedazo de serie. Hacía tiempo que una serie no me enganchaba de esta manera.

Resumen super breve: Un hongo llamado Cordyceps muta y puede invadir a los seres humanos. El mundo se va a tomar por saco en un fin de semana. La serie se sitúa 20 años después de estos acontecimientos.

Ya desde la primera escena del primer capítulo te atrapa.
Ver a John Hannah actuar, con ese carisma y esa presencia que tiene, ya es motivo más que suficiente para seguir adelante. Pero luego el listón no baja.

La serie se nota que está hecha con mimo y respeto por el material original (por si no lo sabes, está basada en uno de los mejores videojuegos de la historia), lo que es de agradecer.

Se toman ciertas libertades y cambian cosas respecto al juego, como es normal, pero nada desentona y muchas de las elecciones se entienden, ya que una serie es un medio distinto a un videojuego.

Pedro Pascal está inmenso como Joel, y Ellie Ramsay hace un gran papel como Ellie, aunque debo reconocer que nunca la he acabado de ver como la icónica protagonista del juego. Pero eso no desmerece su actuación, que es sobresaliente. De hecho, todos los actores están fantásticos y no hay ni uno que chirríe o que no esté a la altura.

Lo dicho, una auténtica gozada.
Si te gustó el videojuego, te encantará.
Si te gustan las historias apocalípticas y de mundos distópicos, te gustará.
Y si te gustan las grandes historias y los personajes bien construidos, también la disfrutarás.

9/10 – EXCELENTE

Os dejo la primera escena de la serie, que para mí ya es digna de ser alabada. Una de las mejores introducciones que he visto en los últimos años.

«Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera».
Albert Einstein
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Publicado el 27 de julio de 2023Categorías: La Hermandad0 Comentarios on LA HERMANDAD – 27 de Julio de 2023

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Sobre el autor: Víctor

Me llamo Víctor y soy el creador de fitnessreal.es Llevo más de 12 años en el gimnasio y si de algo me he dado cuenta es que en el mundo del gimnasio y la nutrición lo que más abunda es la desinformación y los mitos absurdos. Por eso creé Fitness Real, para ayudar a la mayor cantidad de gente posible a no cometer todos los errores que yo sí he cometido y hacer más sencillo y gratificante un camino de por sí plagado obstáculos y sacrificios, pero aún así increíble y lleno de satisfacciones.

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