«La grandeza nace de pequeños comienzos»
Bienvenido a La Hermandad, la newsletter de Fitness Real.
Una newsletter dedicada exclusivamente a ayudarte a alcanzar la persona que sabes que puedes llegar a ser.
Espero que la disfrutes, que aprendas y que luego lo pongas en práctica.
Y gracias de corazón por estar ahí una semana más.
¡Empezamos!
Seguimos hablando de cómo desarrollar un carácter fuerte.
Hasta ahora hemos visto los siguientes puntos:
- Asumir la responsabilidad que te toca.
- Salir de tu zona de confort.
- Ser coherente entre lo que dices y lo que haces
Hoy veremos algo que he aplicado de forma intencionada en los últimos años y que más resultados me ha aportado: la disciplina.
Una persona con un carácter fuerte es una persona que tiene disciplina y la aplica en todos los aspectos de su día a día de forma constante.
¿Qué es la disciplina?
Es la capacidad de una persona para seguir un conjunto de reglas, normas o principios establecidos con el fin de lograr un objetivo específico. Implica tener un enfoque claro en los objetivos y la capacidad de resistir las distracciones y las tentaciones que pueden surgir en el camino.
Es hacer lo que sabes que tienes que hacer, te apetezca o no.
Es la capacidad de no dejarte guiar por la gratificación instantánea y, en su lugar, realizar las acciones y tareas que, a largo plazo, te aportarán los resultados que quieres ver en tu vida.
Posponer lo que apetece en el momento para lograr algo mucho más importante en el futuro es algo imperativo si lo que queremos es vivir una vida plena, con sentido y propósito. Y es una característica troncal de un carácter fuerte.
Como decía aquél dicho: «No olvides lo que quieres de verdad en la vida por lo que quieres en el momento, porque los momentos pasan pero la vida sigue.»
La vida moderna está diseñada para que nos perdamos constantemente en las distracciones, el placer y la gratificación instantánea, pero párate a pensar en las cosas que tienes en tu vida que genuinamente valen la pena y que valoras de verdad. ¿Cuántas de ellas las has logrado siguiendo únicamente esa gratificación instantánea? Probablemente muy pocas.
Las cosas importantes vienen con trabajo, con esfuerzo, con constancia, con ahínco, con saber renunciar a otras cosas por el camino y, sobre todo, con disciplina.
Cuando pienso en disciplina, pienso en Jocko Willink.
Cuando pienso en alguien que tenga el carácter fuerte, pienso en Jocko Willink.
Dudo que sea una coincidencia.
Jocko ha sido una de mis principales influencias y una gran inspiración en los últimos años. Es la persona que, hace casi 4 años, hizo que me levantara a las 5 de la mañana para ir a entrenar y dejar esa prioridad lista, sin opción a que surgieran problemas o excusas que me impidieran llevarla a cabo.
Y todo han sido ventajas desde entonces.
De las mejores decisiones que he tomado, sin lugar a dudas.
De hecho, desde que en julio del año pasado nació mi segunda hija tuve que dejar de madrugar tanto porque me era imposible, tanto por horarios como por logística familiar. Hace unos cuantos días que mis hijas han cogido un horario un poco más regular y uno de los primeros hábitos que he reincorporado en mi rutina ha sido madrugar y tener las primeras horas para mí.
Y no te puedes imaginar lo bien que me siento por ello.
Lo echaba de menos.
Lo necesitaba.
Quién me lo iba a decir, cuando la mayor parte de mi vida fui un auténtico trasnochador…
Pero la realidad es que hace mucho tiempo que me di cuenta que mi día empezaba bastante peor si no me tomaba las primeras horas para mí. Para hacer lo que sabía que tenía que hacer y lo que me permitiría ser la persona que debía ser, tanto para mí mismo como para las personas que quiero.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Durante esos 4 años que estuve madrugando a diario muchas mañanas mi cerebro me decía que me quedara en la cama. No te voy a engañar: se está mejor bajo las sábanas calentitas que levantarme y ponerme a entrenar cuando aún no ha salido el sol, especialmente cuando hace frío y mi garaje (donde tengo mi gimnasio) está a 4 grados de temperatura.
En ese momento mi cerebro se volvía muy convincente a la hora de mantenerme en esa comodidad momentánea. Estoy seguro que esta sensación me volverá a asaltar algunas mañanas cuando se extinga esta euforia que aparece durante los primeros días de hacer algo que disfrutas y que sabes que es bueno para ti.
Y cuando ocurra eso ahí no habrá motivación que valga.
Habrá disciplina.
Sé que prefiero estar en la cama relajado que levantarme y entrenar.
¿Pero quiero la satisfacción de hacer lo que sé que debo hacer para llegar a donde quiero estar en la vida? ¿O me gusta más la sensación de ir a remolque de mi existencia si me quedo debajo de las sábanas? Me quedo con lo primero.
Ya he contestado a esta preguntas con anterioridad, por lo que llegado el momento, cuando mi cabeza se llene de dudas por el sueño y la comodidad no me daré el margen a debatir conmigo mismo e intentar convencerme.
Ya sé la respuesta.
En ese momento simplemente tengo que ser íntegro con mi palabra.
Recuerda la newsletter anterior (reléela si lo necesitas).
Hacer lo que sé que debo hacer me permite llegar a la cama por la noche y dormir con la conciencia tranquila. No hay fantasmas ni angustia al cerrar los ojos, porque estoy en paz. Me he ganado el descanso. Si me quedo en la cama por la mañana, por la noche lo pagaré con intranquilidad y remordimientos.
¿Podría entrenar por la tarde en vez de levantarme temprano? Sí, pero prefiero pasar la tarde con mi familia. Ni una duda al respecto. Prioridades y consecuencia. Siempre.
¿Podría entrenar por la noche cuando todo el mundo está durmiendo? Sí, pero no estoy por la labor. Estoy reventado de todo el día y la intensidad y foco no están ahí. Además, compromete seriamente mi descanso.
¿Podría entrenar por la mañana? Sí (de hecho lo he estado haciendo estos últimos meses), pero hacerlo significa renunciar a tiempo de trabajo. Y he pagado el precio estos meses, y mi rendimiento y productividad lo han notado seriamente.
Todo eso es el resultado de la disciplina. No hay motivación que aguante el paso del tiempo de forma constante. Es la disciplina la que se encarga de llevarte a los sitios donde quieres ir y lograr los objetivos que quieres alcanzar. Y no te olvides que la disciplina es como un músculo: cuanto más la trabajes, más crecerá. Y cuanta más disciplina logres, más podrás aplicarla a otros ámbitos de tu vida y mejorarlos exponencialmente.
Es por eso que siempre digo que las lecciones de esfuerzo, trabajo, constancia y disciplina que se aprenden entrenando se pueden extrapolar a todos los ámbitos de tu vida.
Decía Jocko Willink que la disciplina es la raíz de todas las buenas cualidades, y que equivale a libertad. De hecho ese es el título de uno de sus libros: Discipline Equals Freedom.
El mensaje que resumiría todo esto es: Ten disciplina hoy para hacer lo que tienes que hacer. Eso te permitirá tener mañana la libertad para hacer lo que quieres hacer.
Levantarte hoy temprano y entrenar en vez de quedarte debajo de las sábanas te permitirá tener un buen estado de salud, una mente fuerte y un buen físico el día de mañana. Y te permitirá tener tiempo más adelante en tu día para pasarlo con las personas que quieres o disfrutando del tiempo libre merecido.
Comer bien hoy en vez de atiborrarte a procesados hará lo mismo para tu salud, tu físico y tu longevidad.
Leer hoy en vez de mirar Netflix o Instagram te hará una persona mucho más culta, útil y con algo que ofrecer al mundo.
Irte a dormir temprano hoy en vez de quedarte viendo la tele o jugando al Fortnite hasta las 2 de la madrugada hará que estés más descansado, más optimista, más receptivo y con mayor vitalidad.
Te podría poner miles de ejemplos, pero creo que la idea se entiende.
Ojo, obviamente debe existir un equilibro. Vivir la vida sin margen de maniobra y sin dejar un poco de opción a la improvisación, al placer, al descanso o a la desconexión…es igual de malo. Pero la mayoría de personas no pecan de eso. Pecan de lo contrario. Y así les va.
Gánate tu tiempo libre. Gánate tu descanso.
Disciplina hoy. Libertad mañana.
Esta semana vamos a trabajar la disciplina:
1) Haz una lista de cosas que quieres lograr en un futuro.
2) Debajo de cada una de ellas, crea un listado de acciones que, repetidas de forma constante a lo largo del tiempo, te acercarán a esos objetivos. No tienen que ser acciones extraordinariamente difíciles o épicas. Hay acciones muy simples que aportan muchos beneficios y que, paradójicamente, la mayoría obviamos por parecer demasiado «simples». Apunta TODO lo que se te ocurra y que tenga relevancia.
3) Probablemente verás que hay varias acciones que se repiten. Es decir, hay acciones que te acercarán a varios objetivos a la vez. Son las acciones que tienen mayor retorno por inversión. Céntrate en esas y elige las 2-3 que te parezcan más sencillas. Si no hay ninguna repetida, elige las 2 o 3 acciones más sencillas. No más.
No intentes implementarlas todas de golpe. Pocas cosas hay peores y que generan más frustración que tratar de ser una persona hiperdisciplinada de la noche a la mañana. Recuerda, paso a paso. La disciplina se entrena. Adelante es adelante.
4) Decide una frecuencia de implementación viable y realista (sea la que sea, ya tendrás tiempo a aumentar el ritmo más adelante) y comprométete a llevarlas a cabo PASE LO QUE PASE. Por ejemplo, si decides entrenar 3 veces a la semana, lo haces. No puede haber el más mínimo resquicio para la duda cuando tomes ese compromiso contigo mismo.
Si no te puedes comprometer a hacerlo 3 veces, que sean 2 veces, pero no hables por hablar. Respétate, respeta tu palabra y no te cuentes milongas. Lo que digas que vas a hacer, lo haces. Punto.
Modifica el entorno para facilitarte la existencia.
Reduce distracciones.
Resérvate tiempo al día para ello.
Pero cuando te vayas a dormir, esto tiene que estar hecho.
Son pocas cosas, son sencillas, tú has decidido llevarlas a cabo y has decidido también la frecuencia con la que hacerlas. Si no lo has hecho…¿A quién le vas a tirar la culpa? ¿Quién debe asumir la responsabilidad?
COMO GANAR AMIGOS
E INFLUIR SOBRE LAS PERSONAS
Dale Carnegie
Sin lugar a dudas uno de los libros más conocidos dentro del mundillo del desarrollo personal.
Una obra escrita en 1936, pero que su contenido sigue siendo igual de útil y práctico en pleno siglo XXI. Este libro te enseñará a tener mejores relaciones interpersonales, a evitar conflictos, a expresarte debidamente, a potenciar tu empatía con las demás personas y a tratarlas mejor y, de rebote, afectar positivamente en como los demás te perciben e interactúan contigo.
Un libro imprescindible, contado todo de una manera amena, entendible y sin divagar demasiado, utilizando las historias para entregar el mensaje de forma clara.
El único problema es que es un libro del que beben miles de obras posteriores, por lo que tal vez ya has escuchado el mensaje que se da a través de otras fuentes, pero el original es este. Y el mejor, en mi opinión, también.
9/10 – LEGENDARIO
En el Preguntas y Respuestas de esta semana recibí una pregunta que decía lo siguiente: «Cómo lidiar con un defecto físico poco común? Tengo miedo a no gustar».
Por desgracia no sé cómo debe ser estar en esta situación, pero creo que esta charla puede ayudar a las personas que estén en una situación similar.
Pero ei, es una charla que recomiendo para todo el mundo. En una sociedad banal y que premia el físico por encima de todo, Robert Hoge es un ejemplo de valentía y fortaleza.
Recomendadísima.
Sobrecogedora
Triste y esperanzadora a la vez.
PREGUNTA:
Víctor ¿Cómo mejorar tu autoestima?
RESPUESTA:
Se podría hablar largo y tendido sobre esto y dar mil y un consejos.
Sin embargo, hoy me voy a centrar en los que, para mi, son los factores más importantes.
Y, sobre todo, factores que generan una buena autoestima.
No los que son consecuencia de ella.
Por ejemplo, las personas con buena autoestima no se comparan con los demás, pero decirle a alguien con una autoestima por los suelos que no se compare con nadie es un consejo bastante poco útil en mi opinión.
Espero que se entienda la diferencia.
RESPETO
Puedes respetar a alguien que no quieres, pero no puedes querer a alguien que no respetas. Es decir, el respeto es una pieza necesaria para desarrollar una buena autoestima.
Y la manera más sencilla para respetarte es desarrollando un sentido de la integridad férreo y sin fisuras. La integridad es el estado al que se llega cuando nuestros hábitos, nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones están alineadas.
Y lo voy a simplificar más todavía para que tengas un primer paso incuestionable: sé coherente con tus palabras. Es decir, si dices que vas a hacer algo, lo haces. Si dices que no lo harás, no lo hagas. Y para todo lo demás…la boca cerrada.
ACEPTACIÓN
Para quererte debes aceptarte. Y para aceptarte, debes conocerte.
Por lo tanto, si quieres quererte deberás saber quién eres de verdad. Con lo bueno y con lo malo. Ojo, que la aceptación ni significa resignación. Todo el mundo tiene luces y sombras. Ser plenamente consciente de las últimas es importante, pero también lo es tener la voluntad de mejorar.
RESPONSABILIDAD
Asumir la responsabilidad de tu vida es una pieza fundamental dentro del puzle de la autoestima. Una persona que no acepta las consecuencias de sus acciones, que cree que no lleva el volante de su existencia (o se niega a cogerlo), que busca verdugos imaginarios, que necesita quejarse constantemente y se ve a sí misma como una víctima del destino…es imposible que desarrolle una buena autoestima.
BONDAD
Debes actuar con bondad y con justicia.
Hacer lo correcto.
Obrar como sabes que debes hacerlo.
Cuando eres una persona que tiene un código moral claro y lo respeta bajo cualquier circunstancia es muy sencillo que tu relación contigo mismo mejore. Simplemente te quieres porque te estás demostrando que eres una persona merecedora de este amor por las acciones que llevas a cabo a diario.
AMABILIDAD
Si quieres tener una buena autoestima tienes que hablarte bien. Punto. Con respeto, con cariño, con empatía y con amabilidad. Si te hablas mal estarás sentando las bases para tener una relación de mierda con la única persona con la que estás obligado a pasar el resto de tu vida: tú mismo.
Hablarte bien no quiere decir no tener los pies en el suelo y negar las cosas que haces mal, los errores que cometes o todo lo que puedes mejorar. Pero quiere decir que no te fustigas ni te machacas por ello.
¿Si hablaras a las personas que más quieres de la manera que te hablas a ti mismo se sentirían bien?
La respuesta debería ser que sí, y si no tienes trabajo que hacer.
AUTOSUFICIENCIA
Cuando entiendes que nadie más que tú se hará cargo de tu vida y aceptas esa realidad, experimentarás un aumento en su autoestima al darte cuenta de tu capacidad para satisfacer tus propias necesidades y ser independiente.
La autosuficiencia fortalece la confianza en uno mismo y la sensación de valía personal, al alcanzar metas y superar desafíos gracias a nosotros mismos.
Además, la autosuficiencia promueve la sensación de control sobre tu propia vida y la capacidad de tomar decisiones autónomas, lo que contribuye a una mayor autoestima y bienestar emocional.
PRESENCIA
Estar plenamente presente en el momento permite una conexión más profunda con uno mismo. A través de esta conexión, sembrarás el suelo para que tu autoestima pueda florecer, ya que reconocerás y valorarás tu propia existencia y tu valía.
La presencia te ayudará también a estar ser más consciente de tus pensamientos, emociones y acciones, lo que te permitirá tomar decisiones más alineadas con tus necesidades y valores. También retroalimentarás la aceptación hacia ti mismo, y eso contribuirá a una autoestima saludable y positiva.
Espero que te ayude ^^
Escuché esta historia hace unos días y me encantó. Sobre todo porque me invitó a reflexionar largo y tendido sobre la incapacidad que tenemos de soltar, de dejar ir lo que nos envenena por dentro y los efectos que esto tiene un nuestra vida.
LOS MONJES Y EL RÍO
Dos monjes estaban peregrinando de un monasterio a otro y debían atravesar una vasta región formada por colinas y bosques.
Un día, tras una fuerte lluvia, llegaron a un punto de su camino donde el sendero estaba cortado por un riachuelo convertido en un torrente a causa de la lluvia. Los dos monjes se estaban preparando para cruzar el río por el vado más cercano cuando se oyeron unos sollozos que procedían de detrás de un arbusto.
Al indagar comprobaron que se trataba de una chica que lloraba desesperadamente. Uno de los monjes le preguntó cuál era el motivo de su dolor y ella respondió que, a causa de la riada, no podía cruzar el torrente sin estropear su vestido de boda, y al día siguiente tenía que estar en el pueblo para los preparativos.
El primer monje no titubeó en ofrecerle su ayuda y, bajo la mirada atónita del otro, la cogió en brazos y la llevó al otro lado de la orilla. La dejó ahí, la saludó deseándole suerte y cada uno siguió su camino.
Al cabo de un rato el otro monje comenzó a criticar a su compañero por esa actitud, especialmente por el hecho de haber tocado a una mujer, infringiendo así uno de sus votos.
Pese a que el monje acusado no se enredaba en discusiones y ni siquiera intentaba defenderse de las críticas, éstas prosiguieron hasta que los dos llegaron al monasterio. Nada más ser llevados ante el Abad, el segundo monje se apresuró a relatar al superior lo que había pasado en el río y así acusar vehementemente a su compañero de viaje.
Tras haber escuchado los hechos, el Abad sentenció: «Él ha dejado a la chica en la otra orilla. Tú aún la llevas contigo».