«La grandeza nace de pequeños comienzos»

Bienvenido a La Hermandad, la newsletter de Fitness Real.

Una newsletter dedicada exclusivamente a ayudarte a alcanzar la persona que sabes que puedes llegar a ser.

Espero que la disfrutes, que aprendas y que luego lo pongas en práctica.
Y gracias de corazón por estar ahí una semana más.

¡Empezamos!

La newsletter de hoy es muy personal.
Y bastante extensa.

Tengo que reconocerte que ha costado mucho escribirla porque es algo que aún estoy procesando y que todavía me pone muy triste.

Hoy te voy a hablar de algo que sucedió el viernes pasado y que me partió el corazón.

Este texto realmente empezó siendo una entrada de mi diario (porque creo mucho en el poder terapéutico de la escritura), pero decidí convertirlo en una reflexión y compartirla en La Hermandad, con algunas lecciones que he podido sacar de todo lo ocurrido.

El viernes pasado tuvimos que sacrificar a uno de nuestros dos gatos.
El gato que estaba a mi lado desde hacía 14 años.
El gato que más quería y con el que tenía el vínculo más estrecho.
He tenido bastantes gatos, pero nunca uno como este.

El viernes Haru se fue.

Sé que para los que no tienen animales esto puede parecer una chorrada.
«Solo es un gato», dicen muchos.
«¿Cómo te puede importar tanto un animal», dicen otros tantos.

Pero todos los que tenemos mascotas sabemos de sobra el hueco que se acaban haciendo en nuestro corazón y que acaban siendo miembros más de la familia.

Haru llevaba bastante tiempo enfermo, su salud cada vez estaba peor y al final tuvimos que tomar la decisión más difícil de todas. Aquella que no quieres tomar pero sabes que, por mucho que duela y te pese, es la correcta.

Haru me ha enseñado muchas cosas a lo largo de estos 14 años. Una de ellas me la enseñó con su vida, y la otra con su muerte.

Hoy te hablaré de la primera.
Tal vez otro día escribiré sobre la segunda.

Con su vida me enseñó la importancia de no dar por sentado lo que tienes, y valorar cada día la oportunidad que tienes de estar con tus seres queridos y mostrárselo, porque mañana puede que ya no la tengas.

Para que entiendas cómo me enseñó todo eso, voy a contarte la historia de mis anteriores gatos, de como fallecieron injustamente y de cómo Haru llegó a nuestra vida. De esta manera tendrás el contexto suficiente para entender la lección que quiero transmitirte.

Cuando mi mujer y yo decidimos irnos a vivir juntos (hace ya 16 años) nos fuimos al piso en el que vivía mi suegro, ya que había decidido volver a Argentina y su piso se quedaba libre. Al marcharse decidió dejarnos a su gata para que la cuidáramos nosotros.

Esa gata se llamaba Cleo, y era muy arisca. No teníamos la mejor relación del mundo al principio y tuvimos que pasar una etapa de adaptación bastante complicada.
Por aquél entonces mi mujer y yo teníamos ganas de tener un gatito negro, por lo que decidimos adoptar uno muy pequeño que había nacido hacía pocas semanas en la granja de unos amigos.

Lo llamamos Kyō.

Pasó el tiempo y Cleo poco a poco se encariñó mucho de mí y acabó siendo mi gata. La tenía encima todo el día. Apenas se separaba de mi lado y se pasaba el rato ronroneando. Kyo, por su lado, creó un vínculo precioso con mi mujer. Cada uno tenía su gato, por decirlo de alguna manera.

Fue pasando el tiempo, y al cabo de dos años un día estaba volviendo a casa después de trabajar y, al abrir la puerta de casa, Cleo saltó del sofá, vino tambaleándose a la puerta, maulló desesperadamente y colapsó.

No se podía mover y apenas podía respirar.

La llevamos corriendo al veterinario de urgencias y la dejamos para que le hicieran pruebas, pero a las 5 de la mañana recibimos una llamada diciendo “venid corriendo”.

Llegamos al veterinario y ya era demasiado tarde.
Cleo había muerto.
Sola, asustada en una fría jaula de veterinario.

Repito, la gente que no tiene animales no sabe el vínculo que se puede crear con ellos y lo dolorosa que puede ser la muerte de un animal al que quieres con toda tu alma. Me costó mucho hacer las paces con la muerte de Cleo.

Al cabo de unos meses decidimos adoptar un gatito nuevo. Era Haru y era atigrado, igual que Cleo. En realidad eran como dos gotas de agua. Curiosamente tenía la misma edad que el tiempo que hacía que Cleo había fallecido, por lo que a veces mi mujer y yo bromeábamos diciendo que Haru era la reencarnación de Cleo.

Desde el primer momento Haru me cogió un cariño increíble y se convirtió en mi gato.
Ocupó el lugar que dejó Cleo.

Pero duró poco, porque al cabo de 2 meses Kyo empezó a actuar extraño. Respiraba mal, apenas se movía, tenía fiebre, no comía y maullaba sin parar. Lo llevamos al veterinario, le hicieron unas pruebas y nos dijeron que tenía una enfermedad llamada Peritonitis Infecciosa Felina. Una enfermedad muy contagiosa que no tenía cura y que era mortal.

Kyo se iba a morir.
Y no había nada que pudiéramos hacer para salvarlo.

Tuvimos que sacrificarlo al cabo de dos días y ambos (especialmente mi mujer) lo pasamos francamente mal. Fue una bofetada que nos costó mucho superar.

El veterinario nos dijo que probablemente Kyo tenía el PIF desde nacimiento y se lo pasó a Cleo. Ella murió antes debido a que era más mayor y su sistema inmune no era tan fuerte, pero al poco tiempo la enfermedad se lo llevó también a él.

Entonces nos dimos cuenta de algo que nos horrorizó: Haru, que por aquél entonces apenas tenía cinco meses de vida, había convivido con Kyo durante dos meses enteros. Es decir, que probablemente se había contagiado del PIF.

Eso nos hundió.
¿Acaso se iba a morir él también al cabo de poco tiempo?
¿Íbamos a vivir la muerte de 3 gatos en tan poco tiempo?

Pero entonces tomé una decisión que, aunque en ese momento no era consciente, sería un momento troncal en mi vida. Porque esa decisión luego la extrapolaría a muchos otros ámbitos de mi vida.

Tal vez Haru tenía PIF.
Tal vez no.

Independientemente de eso, decidí que iba a vivir con él como si cada día fuera el último. Porque podía serlo, ya que había una espada de Damocles encima suyo.

Pero curiosamente el hecho de vivir de esta manera con él ha hecho que sea el gato que más he querido y con el que he tenido un lazo más estrecho. El amor, el cariño y la compañía que nos hemos hecho es difícil de explicar con palabras.

Haru ya no está.
Tras 14 años se ha separado de nosotros.

El viernes pasado pasamos la mañana juntos.
En nuestra terraza, abrazándolo en sus últimos momentos mientras el sol de la mañana y la brisa entre los árboles le daban la despedida.

Lo llevamos al veterinario y estuvimos con él hasta el final.
Lo último que vio fue nuestras caras, y lo último que sintió fue nuestras manos acariciándolo hasta su último ronroneo.

Estoy muy triste, por descontado, pero en gran parte estoy tranquilo y en paz, porque sé que durante muchos años le hemos dado una buena vida. Sé que se ha sentido querido y cuidado por todos nosotros. Ha vivido como tenía que vivir. No puedo pedir nada más.

De hecho, acabo de escribir esto último y no es del todo cierto.
Ojalá lo fuera, pero hay algo que me pesa en la consciencia.

La realidad es que durante el último año y medio no le hemos prestado tanta atención como se merecía, porque nuestras hijas nos han demandado toda nuestra atención y paciencia. Hemos pasado la época más difícil de nuestra vida y no hemos podido dar abasto a todo.

Los gatos han pasado a un segundo plano y, aunque mi mujer y yo lo hemos hecho lo mejor posible con las circunstancias que nos ha tocado vivir, sabemos que no ha sido suficiente.

Y es algo que tardaremos en digerir.

Déjame que te cuente algo importante: el principal remordimiento de la muerte de otra persona es no haber aprovechado bien el tiempo que tenías con ella. No haber hecho todo lo que querías, no haberle dicho todo lo que sentías y que haya cosas que se queden en el tintero.

Creo que uno de los mayores bálsamos que nos podemos regalar a nosotros mismos ante la muerte de un ser querido es haber aprovechado el tiempo que teníamos junto a él. Aprovecharlo de verdad.

Porque cuando llegue el momento de separaros habrá tristeza, pero no remordimiento.
Y eso ya es una gran victoria.

Mi mensaje para ti es el siguiente: no le quites importancia al hecho que las personas que más quieres en tu vida todavía están en ella. Valora su presencia y expresa lo que sientes por ellos sin tapujos. No lo dejes pasar, porque tal vez mañana es tarde.

Y no quieres ese peso en la conciencia.
Créeme.
Yo lo estoy sintiendo y es una carga que no se la deseo a nadie.

Gracias por haber leído esta newsletter.

Y descansa en paz, Haru.
Gracias por todos los momentos que nos has regalado.

Esta semana empezaré esta sección de La Hermandad haciéndoos directamente la pregunta de la semana. Os animo a todos a reflexionar largo y tendido sobre ello y a tomar acción.

La pregunta es la siguiente: ¿Estoy valorando debidamente a las personas que más quiero y se lo estoy demostrando? Si la respuesta es «no»..¿qué puedo hacer al respecto?

Con muchísimas ganas de leer vuestras reflexiones.
Ya sabéis que me las podéis enviar respondiendo a este correo.
Y os recomiendo que lo hagáis, porque es un ejercicio extremadamente potente.

Y ahora pasamos a las respuestas de la semana pasada.
Os hice la siguiente pregunta: ¿Cuál ha sido la época de más felicidad de la última década?

David dice:
«Mi mayor época de felicidad en estos últimos 10 años ha sido la experiencia de aprender en la universidad. Aumentar mi conocimiento en el área que más me apasiona y vivir experiencias con gente maravillosa que he conocido ha hecho que mantenga viva mi ilusión, y me ha dado una lección de humildad al descubrir que había muchas cosas que ignoraba».

Damián explica:
«Pues realmente creo que a mis casi 43 años estoy atravesando la mejor década de mi vida. Me siento más sano que hace 10 años, mis hijos crecen con salud, y pese a no tener una relación perfecta con mi mujer, es con la que quiero seguir compartiendo mi vida. Llevamos juntos desde los 15 años. Y la sigo queriendo muchísimo».

Ana comenta:
«Me ha costado mucho hacer esta reflexión, pero mi época más feliz fue hace 5 años. Y eso se debe a que no estaba con pareja. O mejor dicho no estaba con mi pareja actual. Llevo tiempo con el sentimiento en la cabeza pero no acababa de tener el valor de sentarme y reflexionar sobre ello. Gracias Víctor por ayudarme a dar el paso. Creo que ha llegado el momento de tomar cartas en el asunto».

Gracias a todos por participar una semana más.
Nos vemos la semana que viene como más reflexiones de los miembros de La Hermandad.

Recuerda, mándame tus respuestas respondiendo a este correo.
Los leo todos.

LOS 7 HÁBITOS DE LA GENTE ALTAMENTE EFECTIVA
STEPHEN R. COVEY

Una de las obras fundacionales del desarrollo personal, del emprendimiento y de la productividad.

Un libro que, a pesar de su extensión, no se anda demasiado por las ramas y que aporta aprendizajes claros, sin tonterías, útiles y, sobre todo, aplicables.

Primero el autor habla de 3 hábitos englobados en lo que él denomina la Victoria Privada. Esos cambios que debes hacer en ti para que tu percepción e interacción con el mundo cambie y mejore. Con esa base podrás empezar a trabajar e implementar otros 3 hábitos externos y que están relacionados con el entorno que te rodea, que se encuentran en la Victoria Pública.

Una vez llegues a ese punto, te queda el tercer nivel, la Renovación, en el que se encuentra el último de los 7 hábitos y que engloba todo lo visto hasta el momento.

Una obra clásica, atemporal y práctica.
Si estás en medio de un camino de desarrollo personal y tu interés pasa por la productividad y las relaciones interpersonales…aquí encontrarás información que vale oro.

Me gusta mucho la astronomía (que no astrología) y este vídeo es un ejemplo claro de la razón por la que me fascina tanto.

¿Listo para que te explote la cabeza?

La Tierra gira alrededor del Sol junto con otros planetas. Esto es el sistema solar. Hasta ahí todo correcto. El sistema solar está dentro de la Vía Láctea, nuestra galaxia. Se estima que tiene doscientos mil millones de estrellas, aunque algunos astrónomos ponen la cifra en cuatrocientos mil millones.

La galaxia más cercana a la Vía Láctea se llama Andrómeda.

Vale, ahora viene lo heavy: en el vídeo que tienes a continuación puedes ver la fotografía más grande jamás hecha a la galaxia de Andrómeda. No, perdona, a un trocito de esa galaxia. Es una fotografía que ocupa más de 4 gigas.

Cuando mires el vídeo y veas el zoom de la fotografía verás que está toda llena de puntitos. Cada uno de esos puntitos es una estrella.

Cada-uno-de-ellos.

Y cada una de esas estrellas puede contener varios planetas.

Esta inmensidad, que casi no se puede entender de forma racional, solo es un pedacito diminuto de una galaxia de tamaño medio. Se estima que el universo observable tiene más de dos billones de galaxias (billones europeos, es decir un millón de millones es un billón).

Y cada una de esas galaxias contiene, de media, 250 mil millones de estrellas.

Es espeluznante pensar en eso.
Y fascinante a la vez.
El universo es increíble.

PREGUNTA:
Víctor, he empezado a poner límites por primera vez a mis 41 años. He empezado con mi novia, próximamente los pondré con mi familia. Se siente genial y no voy a parar. ¿Hay algo negativo a la hora de poner límites?

RESPUESTA:
Primero de todo, felicidades por haber tenido la valentía y mostrarte el respeto e integridad suficientes para empezar a poner límites claros y respetarlos.

Poner límites es una parte fundamental a la hora de desarrollar una buena autoestima y un buen autoconcepto. Saber la manera en la que quieres que te traten y no tolerar determinadas dinámicas es fantástico. Vivir sin límites claros es como vivir en una casa sin paredes.

Dicho esto, creo que hay que encontrar un equilibrio a la hora de poner límites y, sobre todo, decidir qué limites queremos respetar y que otras cosas requieren de cierta adaptabilidad y flexibilidad por nuestra parte.

Es decir, en mi opinión los límites deben ser muy claros y estrictos, pero deben ser pocos.

No puedes poner 400 límites y que cada uno de ellos tenga la misma importancia, ya que de lo contrario verás que empiezas a encontrarte con varios problemas. Siendo, el más importante de ellos, que acabes solo.

Si eres una persona completamente intransigente y que acabas volviéndote adicto a poner límites férreos (y al poder que eso te transmite) es probable que tus relaciones personales se vuelvan inviables, ya que has creado una barrera infranqueable que impide cualquier tipo de conexión verdadera y significativa.

La realidad es que las relaciones personales son complejas y a veces confusas, ya que se crean entre personas que son complejas y a veces (o muchas veces) actúan de forma confusa.

Las relaciones requieren la capacidad de negociar y resolver conflictos. Si los límites son excesivos e inflexibles, se reduce la capacidad para encontrar soluciones que puedan beneficiar a ambas partes. Por lo tanto, los límites deben adecuarse a esa realidad.

Una persona adicta a los límites puede acabar desarrollando una mentalidad de «o actúas como yo te digo que actúes o te saco de mi vida». Es muy fácil acabar entrando en un estado egocéntrico en el que crees que la gente debe actuar como tú crees e incluso acabas exigiéndolo. A veces, sin ofrecer nada a cambio.

Lo he visto demasiadas veces, y es fácil creer que estar solo es la solución, pero en realidad la soledad nos afecta de forma muy negativa. Mucho más que dejar pasar algunas cosas que, en el fondo, no son tan importantes.

Poner límites es necesario, no me malinterpretes.
Pero en exceso puede perjudicar.
Y hay que ser capaz de encontrar un equilibrio para que sea una herramienta que nos sume.

Espero haberte ayudado.

«El miedo a la muerte se deriva del miedo a la vida. Un hombre que vive plenamente está dispuesto a morir en cualquier momento»
Mark Twain
Libro Conquista Tu Físico

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Publicado el 6 de junio de 2024Categorías: La Hermandad0 Comentarios on LA HERMANDAD – 6 de junio de 2024

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Sobre el autor: Víctor

Me llamo Víctor y soy el creador de fitnessreal.es Llevo más de 12 años en el gimnasio y si de algo me he dado cuenta es que en el mundo del gimnasio y la nutrición lo que más abunda es la desinformación y los mitos absurdos. Por eso creé Fitness Real, para ayudar a la mayor cantidad de gente posible a no cometer todos los errores que yo sí he cometido y hacer más sencillo y gratificante un camino de por sí plagado obstáculos y sacrificios, pero aún así increíble y lleno de satisfacciones.

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