«La grandeza nace de pequeños comienzos»
Bienvenido a La Hermandad, la newsletter de Fitness Real.
Una newsletter dedicada exclusivamente a ayudarte a alcanzar la persona que sabes que puedes llegar a ser.
Espero que la disfrutes, que aprendas y que luego lo pongas en práctica.
Y gracias de corazón por estar ahí una semana más.
¡Empezamos!
La reflexión de hoy forma parte de un capítulo de mi último libro «Atrévete a ser más«. Si te gusta mi contenido, disfrutas de mis newsletter y aún no lo has leído, te recomiendo que lo hagas. Te prometo que no te defraudará ^^
Mi segunda hija nació el 20 de julio de 2022, y a los 20 días de vida le detectaron fibrosis quística, una enfermedad genética grave que de momento no tiene cura y que requiere medicación diaria de por vida.
Y eso consiste en diversas cosas. A saber:
- Un multivitamínico diario que sabe a rayos y que cada día es una auténtica pelea para que se lo tome.
- Dentro de unos meses empezará a tomar un medicamento cada día que sirve para contrarrestar de forma muy significativa los problemas respiratorios que tienen los pacientes de fibrosis quística.
- Y por último, cada vez que come debe tomarse Kreon, que son enzimas digestivas para que pueda absorber los nutrientes de la comida, ya que su páncreas no las crea de forma natural. Por lo tanto, hay que darle Kreon unas 10-15 veces al día.
Y no es una cantidad estandarizada de enzimas, hay que ajustar la cantidad dependiendo de qué alimentos coma y la cantidad que coma.
Durante muchos meses odié con toda mi alma esta medicación. Porque representa una barrera clara con la que mi hija debe lidiar repetidamente para tener una vida normal.
Es un recordatorio constante de la diferencia que hay entre la vida que ha vivido mi hija mayor y la que vivirá mi hija menor. Significa un peso constante en la mente. Una cosa adicional que siempre te tienes que acordar de llevar vayas a donde vayas. Una molestia añadida al acto tan básico de comer.
Mi mujer y yo lo llamábamos el puto Kreon.
Y un día, de repente, tuve un momento de lucidez y entendí que estaba enfocando la situación de forma equivocada. Estas enzimas pueden resultar incómodas para nosotros… Pero para mi hija representan la vida.
Literalmente.
Durante sus primeros veinte días de vida estuvo desnutrida. Perdía peso sin parar a pesar de los esfuerzos que mi mujer y yo hacíamos a diario para darle de comer. Lloraba desconsolada todo el día, estaba raquítica, hambrienta, y a nosotros nos desesperaba verla en ese estado y no entender qué estaba ocurriendo.
Cuando nos dijeron lo que tenía y empezamos a darle la medicación, ganó peso de inmediato. Esta medicación permite que mi hija esté viva. Cuando dejé de mirarme el ombligo durante un segundo, paré de quejarme por la incomodidad que me supone dársela a diario e hice esta conexión, todo cambió.
Muchas veces la causa del sufrimiento no es lo que ocurre, sino la perspectiva con la que miras lo que te está sucediendo. Y esto es un claro ejemplo de ello.
Ahora me siento profundamente agradecido por tener acceso a esta medicación. La alternativa…no quiero ni imaginármela.
No puedes ser del todo feliz si no agradeces y valoras lo que tienes.
Punto.
Esto para mí es un axioma.
Es importante tomar la decisión de no dar por sentado nada de lo que disfrutamos, porque en esta vida todo es susceptible de desaparecer en cualquier momento. Esperar a que algo ya no esté para empezar a valorarlo como se merece es uno de los grandes errores que podemos cometer, y una de las mayores fuentes de remordimiento y tristeza.
El antídoto es la gratitud genuina y pura.
La gratitud también está muy vinculada a la presencia. A vivir y a valorar el momento. Es una herramienta indispensable para que tu mente también esté en comunión con tu cuerpo. Un estado de gratitud verdadera es una carta de amor al ahora.
El pasado no se puede cambiar, y el futuro no se puede predecir, pero el ahora es lo único que en realidad existe, y se debe valorar y apreciar debidamente.
Luego puede ser demasiado tarde. Cualquier momento que no se agradezca ahora tiene el potencial de anclarse en el pasado en forma de arrepentimiento y lastrarnos a lo largo de nuestra vida.
Déjame preguntarte algo: si no eres feliz con todo lo que tienes, ¿qué te hace creer que lo serás con todo lo que deseas?
Tolstoi declaraba que su felicidad residía en que sabía apreciar lo que tenía y no desear en exceso lo que no tenía. El Dalái Lama recordaba que la raíz de todo bien crece en la tierra de la gratitud. Epicuro aconsejaba no estropear lo que tenemos con aquello que deseamos, por lo que hoy tenemos es aquello que una vez deseamos.
Mucha gente sabe de la importancia de ser agradecido, pero no sabe por dónde empezar. La gratitud, como tantas otras cosas en esta vida, empieza con una decisión por tu parte. Pero una decisión firme, clara y sin el menor espacio para la duda. Decides que a partir de ahora vas a ser más agradecido y luego actúas para respetar y ser consecuente con ella.
La gente que toma la decisión de ser agradecida y se entrega por entero a la gratitud es gente más feliz, más optimista, más proactiva, con mejor autoestima, mejores relaciones personales, con una mejor relación con ellos mismos, toman mejores decisiones y tienen un grado más elevado de satisfacción vital.
Creo que vale la pena decidir serlo y poner toda la carne en el asador para honrarlo. Pero todo parte de una decisión. Una decisión que puede cambiar tu vida.
Y tú, ¿qué decidirás?
Hoy toca trabajar la gratitud.
Y no te lo tomes como algo místico o esotérico, hazlo de forma plena y con convicción y te aseguro que cuando lo termines estarás de mejor humor y con un estado de ánimo más positivo.
La tarea es la siguiente:
- Haz una lista de todo lo que tienes en la vida por lo que sientes gratitud.
¿Ya lo has hecho? Pues probablemente has escrito las cosas por las que sentir gratitud es obvio. Buen primer paso, pero eso no es muy difícil. Podemos hacerlo mejor.
Vuelve a la lista y pon 5 cosas más que no sean tan obvias. Estrújate un poco la sesera para encontrar aquello que das por sentado y por lo que realmente que deberías estar agradecido de tener en tu vida.
Guarda la lista y léela a menudo.
Ayuda. Y mucho.
La semana pasada os pregunté quién os inspiraba en vuestro día a día. Y ha sido estupendo ver como muchos de vosotros estáis rodeados de gente cercana que os empuja a ser mejores cada día.
Francisco ha escrito algo que me ha removido por dentro: «La persona que más me inspira es mi hijo mayor. Tiene una enfermedad genética que hace que no pueda caminar bien ni correr, y tiene debilidad en general. Pero nunca en su vida lo he escuchado quejarse.
Va a sus terapias todos los días, miles de consultas y viajes para ir al medico, se pone sus botas para dormir, hace educación física en su escuela y siempre trata de poder hacer todo.
No solo me potencia como padre (entre otras cosas empecé a entrenar porque se merece un padre fuerte) sino que también lo hace como persona, me ayuda a quejarme menos y a ponerme manos a la obra y muchas cosas más».
Nicolas comenta: «Mi mujer es la persona que más me inspira. Ella tiene un objetivo, hace un plan, y lo cumple a rajatabla. Llueve, truene, todo sea cuesta arriba, no importa, ella dice y hace. Entra a un lugar y ya cambia las vibras. No hay manera de no buscar ser mejor y superarse día a día al lado de semejante compañera. Siempre me potencia, nunca me corta las alas«.
Enrique dice: «Mi abuela. Con 90 años todavía tiene lucidez, jovialidad, actualidad, curiosidad, interés y una apertura mental envidiable, pero sin dejar de tener su propia personalidad y no tener miedo a opinar lo que ella considera, siempre con respeto y justificando lo que dice«.
Aina encuentra su inspiración en ella misma: «Siento una gratitud y agradecimiento enormes hacia mi persona por levantarme cada día y hacer el esfuerzo de ser un 1% mejor. Si un día no puedo más, la persona que me viene a la cabeza es mi versión que sí que ha podido, y eso me empuja a seguir«.
La pregunta de esta semana es directa, pero increíblemente importante. De verdad, no la ignores. Es la siguiente:
¿Qué mentira te estás explicando a ti mismo por miedo a enfrentarte a la verdad?
Respóndela con sinceridad y te sentirás liberado.
Pocas cosas aligeran más el alma que la verdad.
Si quieres, compárteme tus reflexiones contestando a la pregunta desde aquí.
Los leo todos.
Gracias a todos por participar una semana más y por hacer que «La Hermandad» sea una comunidad de la que valga la pena formar parte.
La semana pasada subí un post en Instagram en el que detallaba 8 pasos infalibles para tener una existencia miserable. Uno de mis posts favoritos de los últimos meses.
Puedes echarle un vistazo aquí.
Esta semana no puedo más que recomendar la serie de Vinland Saga. La finalicé ayer y es de lo mejorcito que he visto en mucho tiempo.
Una historia de violencia, pérdida, dolor, soledad y vacío pero, sobre todo, una historia de redención. De valores, de creencias, de ideales, de superación, de renacer de las cenizas.
Una auténtica pasada.
Tengo que ser sincero: la primera temporada no es excelente, pero es necesaria para que la segunda temporada (y la que es una verdadera obra maestra) tenga sentido y pueda existir.
De hecho, el mismo autor de la obra confesó que creó el prólogo de la serie (la primera temporada) únicamente para poder explicar lo que ocurre en el arco de la granja (la segunda temporada).
Vale la pena, de verdad.
* La puedes ver en Netflix.
9,5/10 – SOBRESALIENTE
Uno de los vídeos más impactantes de Jordan Peterson que he visto hasta la fecha. La primera vez que lo vi, hace ya varios años, me dejó un día entero reflexionando.
Y también haciendo un análisis de conciencia, valorando si era la persona que debía ser. La persona que quería ser.
A día de hoy me sigue pareciendo una dosis de realidad como pocas, y esa es la razón por la que lo vuelo a ver periódicamente.
Siéntate con calma y mira el vídeo.
Dudo que te sea indiferente.
PREGUNTA:
Víctor, siento que ya no tengo nada en común con mis amigos de toda la vida. ¿Cómo gestionarlo?
RESPUESTA:
Esto es algo por lo que prácticamente todos pasaremos tarde o temprano.
¿Por qué? Pues porque la base sobre la que se construye una buena amistad es el hecho de tener ciertas cosas en común. Cuantas más haya y más fundacionales y representativas sean de las personas que somos, más afinidad sentiremos con alguien.
El problema es que las «amistades de siempre» se suelen crear en una época en la que la persona que somos está en plena construcción. De hecho, ni siquiera sabemos quienes somos cuando somos pequeños, y lo único que nos une a estas amistades suele ser ir a la misma escuela, a la misma clase, compartir algún hobby o interés, vivir cerca o simplemente ser un poco parecidos.
Eso es suficiente para considerar a alguien tu amigo cuando eres pequeño.
A partir de ahí, generalmente por la necesidad de formar parte de un grupo, se forja una amistad que a primera vista parece muy intensa y afianzada (porque todo cuando eres joven parece muy intenso), pero en el fondo es bastante frágil y se mantiene en gran parte por estar en la pequeña burbuja que es el colegio.
No es hasta que llegamos a la adolescencia o incluso cuando acaba el instituto que empezamos a salir del caparazón, cambiar de aires, explorar un poco el mundo, conocer gente, escuchar nuestras inquietudes, descubrir cosas, aprender y, por ende, cambiar y crecer.
Y este es el origen del problema que nos ocupa.
Cuando te expones al mundo, desafías tus creencias y te atreves a forjar tu propio camino, es normal que sientas que te alejas de tus amigos de toda la vida y que dejas de tener cosas en común con ellos.
Tal vez ellos siguen haciendo lo mismo, hablando de los mismos temas, teniendo los mismos intereses de siempre y, al fin y al cabo, siendo un tipo de persona con la que ya no eres afín.
O tal vez ellos también han cambiado y eso hace que vuestros caminos se separen todavía más. A veces se crea tanta distancia que la persona que antes era tu amigo ahora te parece un auténtico desconocido.
¿Qué hacer? Pues aceptarlo.
Aceptar que nadie te aseguró que las amistades debían ser para siempre.
Aceptar que si ellos son felices en el sitio en el que están…hay que alegrarse a pesar de que ya no sea a tu lado.
Aceptar que la vida también va de aprender a despedirse. Y aprender a estar solo, porque de lo contrario seguirás intentando agarrarte a una amistad inexistente solo para evitar estar contigo mismo.
Aceptar que tus antiguos amigos no deben estar a la altura de las expectativas que tú tienes para con esa amistad.
Aceptar que tal vez la relación ya no es la que te gustaría, pero puedes apreciarla por lo que es.
Tengo la suerte que mi mejor amigo lo conozco desde los 3 años. Y seguimos siendo amigos a día de hoy, porque la vida no nos ha separado suficiente como para que dejemos de ser compatibles. Al contrario.
Pero con 2 de mis otros amigos «de toda la vida» ya no nos vemos.
Uno porque se convirtió en una persona que solo me transmitía mal rollo y decidí cortar por lo sano. El otro, y más reciente, simplemente porque nuestras vidas se han ido separando poco a poco y la relación se ha enfriado. No es culpa de nadie. Son cosas que pasan.
Ahora si nos vemos bien, y si no también.
No hay rencor. Ni rabia. Ni decepción.
Hay aceptación y agradecimiento.
Pero que pierdas los amigos «de toda la vida» no significa que no vayas a hacer amigos «de ahora», especialmente si no te obsesionas con seguir mirando atrás.
Y estas amistades florecerán en base a quién eres ahora, por lo que serán amistades que te llenarán de verdad.
Espero que te haya ayudado.
¿Quieres que trabajemos juntos para alcanzar tu mejor versión?
Contáctame aquí y hablamos ^^